Análisis especializado
El modelo Milei bajo presión: riesgos financieros y límites estructurales

El programa económico impulsado por el presidente Javier Milei ha generado fuertes tensiones en las últimas semanas. Esto se debe, principalmente, a que el mercado percibe una pérdida en la capacidad de financiamiento, mientras la demanda de dólares crece sin control. De hecho, en su último informe, el propio Fondo Monetario Internacional (FMI) advierte que el gobierno ya no cuenta con opciones claras: ni endeudamiento externo, ni emisión monetaria, ni colocación de deuda interna a tasas sostenibles.
En este contexto, el ajuste fiscal debería profundizarse para alcanzar el objetivo de superávit, lo que implica un mayor riesgo en la cadena de pagos y una creciente tensión social. A esto se suma un escenario marcado por recortes en los servicios públicos, paralización de la obra pública nacional y una caída sostenida del salario real.
A la par, persiste la preocupación por la libertad cambiaria y la continua fuga de reservas. Un informe del Banco Central de la República Argentina (BCRA) revela que, solo en mayo, más de un millón de argentinos compraron 2.262 millones de dólares a través de canales bancarios. Este fenómeno refleja dos procesos simultáneos: por un lado, la falta de confianza, expresada en la migración masiva del peso al dólar; por otro, una dolarización de facto sin respaldo de reservas, que intensifica la presión sobre el tipo de cambio oficial.
Impactos macroeconómicos
Podríamos definir como "impactos macroeconómicos" dentro del panorama descripto a los siguientes:
* Reservas en picada: las fuertes intervenciones del BCRA para contener el dólar reducen el "colchón" estratégico, lo cual genera más incertidumbre.
* Volatilidad cambiaria: dadas las limitadas reservas, la creciente demanda de dólares y la apertura indiscriminada de importaciones, la sostenibilidad del tipo de cambio genera dudas en el mercado.
* Recesión: el recurso de un ajuste drástico sin financiamiento compensatorio limita la inversión, el empleo y el consumo doméstico.
* Finanzas en riesgo: sin capacidad de emisión o endeudamiento, Argentina podría caer en un círculo vicioso de atrasos en pagos, quitas unilaterales y nueva asistencia del FMI con condiciones menos favorables.
* Shocks externos: la creciente dolarización de carteras implica quedar más expuestos a las posibilidades de financiamiento y crisis externas.
* Estancamiento productivo: la incertidumbre cambiaria y fiscal desalienta inversiones de largo plazo. Se corre el riesgo de caer en una economía "extractiva", dependiente de commodities y sin desarrollo industrial.
* Tensión social: sin redes sociales robustas, cualquier crisis financiera o del tipo de cambio multiplicaría la pobreza, desigualdad y conflictividad.
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Propuestas y necesidad de cambio
1) Ajuste compensado: las políticas de austeridad extrema, agravan la crisis y se vuelven insostenibles. Es necesario generar un proceso de consolidación fiscal, con fuerte protección a los sectores más vulnerables y mecanismos automáticos de estabilización (como subsidios al desempleo y mantenimiento de la inversión pública en infraestructura).
2) Gasto público orientado al crecimiento: redireccionar el gasto público, no eliminarlo. Invertir en obras con efecto multiplicador, ciencia, tecnología y educación. No se trata de agrandar el Estado por ideología, sino de usarlo como palanca anticíclica.
3) Generar confianza: la narrativa de que la confianza de los mercados surge únicamente del ajuste fiscal es incompleta. La confianza también se construye con coherencia, diálogo político, institucionalidad y perspectiva de crecimiento. La confianza de los inversores llega cuando el país muestra viabilidad, no solo sacrificio.
4) Crecer con estabilidad: bajar la inflación a costa de destruir la economía no es una victoria. La inflación debe abordarse con herramientas mixtas: política fiscal, ingresos y monetaria, no sólo con recesión. Para esto, se debe lograr una coordinación macroeconómica, y un enfoque integral que no destruya el consumo ni el tejido productivo.
Pasado conocido, futuro Incierto
A modo de conclusión, podemos señalar que la política económica de Javier Milei parece replicar el camino de fuertes ajustes ya transitado por países como Grecia y España durante la última década. En ambos casos, el recorte del gasto público en contextos recesivos profundizó la contracción, aumentó el desempleo y deterioró el tejido social. En el caso griego, incluso con asistencia externa, la economía colapsó y la deuda aumentó en proporción al PBI debido a la fuerte caída de la actividad.
Argentina, a diferencia de esos países, enfrenta su ajuste sin apoyo sustancial, con una economía muy informalizada, sin moneda fuerte, con pobreza estructural y tensiones sociales crecientes. La falta de financiamiento, la fuga hacia el dólar y el deterioro de las reservas configuran una situación macroeconómica inestable que limita los márgenes de maniobra del gobierno. La experiencia comparada muestra que los ajustes fiscales drásticos sin anclaje productivo ni redes de protección social pueden ser, no sólo socialmente costosos, sino económicamente ineficientes.
Si no se logra articular una estrategia de crecimiento inclusivo, consenso político y estabilidad cambiaria, el riesgo no es sólo una crisis a corto plazo, sino una década perdida. Como advirtió el premio nobel de economía Paul Krugman frente a los errores de Europa, "la austeridad no genera confianza si destruye la economía. La única salida sustentable es una economía que crezca y distribuya, no que resista hasta romperse".