Posible Inflación de dos dígitos
Devaluación acelerada en Argentina

Las proyecciones indican una posible escalada de los precios en los próximos meses.
La economía argentina enfrenta una nueva fase de incertidumbre marcada por la brusca devaluación del tipo de cambio oficial y la alarmante escalada de los dólares paralelos, fenómenos que se prevé tendrán un impacto directo en el complejo entramado de precios y en la inflación. A pesar de que este martes por la tarde se espera el anuncio del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) sobre una inflación mensual de julio cercana al 7%, los analistas económicos ya están proyectando la perspectiva a corto y mediano plazo, anticipando un índice de precios (IPC) que podría ingresar en territorio de dos dígitos.
La devaluación acelerada, acompañada por la creciente brecha entre los diferentes tipos de cambio, ha suscitado preocupación en el panorama económico. Sebastián Menescaldi, un destacado analista de la consultora EcoGo, ha presentado una estimación cruda: una inflación de alrededor del 13% para los meses de agosto y septiembre. Además, proyecta que la acumulada hasta octubre podría alcanzar el alarmante 160%, mientras que la inflación anual podría empezar a rondar el 200%. Estas cifras reflejan un panorama turbio en el que se vislumbra un escenario de marcado incremento de precios y volatilidad económica.
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El efecto inmediato de esta devaluación y su impacto negativo en los precios se dejará sentir de manera más pronunciada en ciertos sectores, en particular en los alimentos y en los productos vinculados con la importación. Entre estos productos, destacan las exportaciones alimenticias como las carnes, los lácteos y los productos farináceos (cereales), que enfrentarán mayores costos debido a la depreciación de la moneda local.
El aumento en el precio de los productos importados ya había dado muestras de su efecto a finales del mes pasado, cuando el Ministerio de Economía adoptó medidas como la ampliación del alcance del dólar agro y del impuesto PAIS. Estas medidas incluyeron la fijación de un tipo de cambio específico para la exportación de ciertos cereales, como el sorgo, el girasol y el maíz, estableciendo un valor de $340, por debajo del tipo de cambio oficial. Además, se implementó un impuesto PAIS del 7,5% sobre bienes importados y del 25% sobre servicios. Aunque estas medidas pretendían anticipar el efecto de la depreciación, la reciente devaluación aún añade presión a los precios, exacerbando las preocupaciones inflacionarias.
La industria de la carne ha sido una de las más afectadas por estos cambios. Antes de la última devaluación, ya se observaban incrementos de precios mayoristas de alrededor del 10%. Esto se suma a otras presiones en los costos, como los aumentos en los pasajes y en los productos electrónicos, así como en algunos segmentos de la producción de automóviles. En consecuencia, se prevé un incremento inflacionario en torno al 13% para el mes en curso, y la expectativa es que esta tendencia se mantenga en el próximo mes, con un impacto arrastrado de la depreciación.
María Castiglioni, economista de la consultora C&T Asesores, ofrece una perspectiva similar. Según sus datos de relevamiento de precios, los alimentos ya experimentan un aumento semanal significativo del 4%, con la carne incrementándose en casi un 7%. Comparando con la misma semana de julio, el índice de precios al consumidor (IPC) muestra un aumento del 9% y un impresionante 11% en el caso de los alimentos. Dado que el impacto del tipo de cambio oficial se ha producido a mediados de mes, sus efectos se distribuirán entre agosto y septiembre, con una inflación prevista cerca del 9% para el mes de agosto.
La consultora LCG, que originalmente estimaba una inflación del 7% para julio, ha revisado sus proyecciones. El economista Guido Lorenzo señala que el sacudón en el tipo de cambio, unido a una inercia inflacionaria del 10%, podría llevar a un mes de agosto con un aumento de precios del 15%, reflejando la creciente volatilidad en el mercado y el impacto en los precios domésticos.
Gabriel Caamaño, economista de la consultora Ledesma, advierte sobre la complejidad de la situación. En su opinión, la tasa de inflación está entrando en un terreno de dos dígitos mensuales, lo que agrava aún más la preocupante tendencia al alza.
La dinámica del tipo de cambio oficial también será un factor determinante en el comportamiento de la inflación. Hasta el momento, el Banco Central había estado devaluando de manera periódica, en un proceso conocido en términos financieros como "crawling peg". Sin embargo, después de la última devaluación, el tipo de cambio oficial mayorista se mantendrá estable en torno a los $350 por un período determinado, según la entidad. No obstante, la estabilidad está sujeta a las demandas del mercado y a las directrices del Fondo Monetario Internacional (FMI).
La incertidumbre sobre la trayectoria futura del tipo de cambio y sus efectos sobre los precios es un factor clave en la actual coyuntura. La incertidumbre sobre si el enfoque del "crawling peg" se mantendrá o se adoptarán medidas de estabilidad rígida añade un elemento adicional de volatilidad al panorama económico. En este contexto, la baja en el poder adquisitivo podría llevar al gobierno a considerar incrementos salariales de suma fija para mitigar el impacto, aunque es probable que la demanda y la actividad económica se resientan. La caída del PIB en alrededor del 3% en el año es una posibilidad que no se puede descartar, según Menescaldi.
En un esfuerzo por contener la inflación y limitar su traslado a los precios, el Banco Central aplicó una subida de 21 puntos porcentuales en la tasa.