Recursos Humanos: Los 10 antimandamientos del liderazgo
Sabido es que los míticos 10 mandamientos resultan una guía a los hombres para lograr el paraíso celestial, entre otras cosas. Yendo por el camino inverso, me propongo indicar cuáles son las principales acciones que garantizan el fracaso en el desempeño eficaz del liderazgo.
Por Gustavo Giorgi
1. Se entrometerá en la vida privada de su personal
La mayoría de los líderes bien intencionados buscan el bienestar afectivo de las personas a su cargo. Sin embargo, muchos de ellos se confunden y van más allá, intentando tener una participación activa en la vida íntima de cada quien.
Sin dudas que un empleado mostrará mejor rendimiento si cuenta con relaciones saludables y equilibradas, pero si ello no sucede, no habilita a brindar consejos o prestar opiniones de tono moralista tendientes a orientarlo en su vida. Las consecuencias serán que las personas se tornarán reticentes a hablar de aquellos aspectos sensibles, convirtiéndose así en una suerte de autómatas burócratas que solamente ven al trabajo como una actividad puramente individual.
2. Transforme a sus empleados en cómplice de sus mentiras a clientes y proveedores
Pocas dudas existen acerca de que la mayoría de los líderes buscan parecer simpáticos ante los ojos de sus colaboradores. Lamentablemente, hay quienes se extravían en esto y pierden el rumbo: El agrado del personal propio no se alcanza siendo desleal con terceros, sino más bien todo lo contrario. Cuando los empleados ven este tipo de conductas, y se sienten usados como testigos involuntarios de esta situación espuria, la incomodidad es manifiesta.
3. Reconozca el trabajo de sus subalternos solamente cuando renuncien
La idea de algunos es que no vale la pena felicitar cuando la tarea está bien hecha, bajo el paraguas de: “Para eso se les paga”.
4. Hable mal de sus actuales y ex empleados
Denigrar a colaboradores actuales a sus espaldas pretende alcanzar un efecto doble: por una parte, se intenta obtener, por vías enfermas, información. rumores o chismes de otro. Y además, busca amedrentar al interlocutor, poniéndolo en conocimiento de que “El jefe puede saber todo lo que quiera de sus empleados”, de cualquier forma.
5. Critique constantemente a su competencia
Hay algo elemental, y muy didáctico para aquellos que tienen la oportunidad de gestionar personas: “Hablar mal de sus competidores equivale a hablar mal de Ud. mismo”.
Tener competidores nos mantiene despiertos, activos y nos da la cotidiana oportunidad de generar nuevas cosas por medio de esa “molestia” que causan nuestros rivales en la lucha por el amor de los clientes.
6. No pague sus deudas, pero alardee con su gente de sus gustos caros
En sí mismo el hecho de deber a otro no tendría que ser motivo de jactancia. Sin embargo, el truco aquí pasa por minimizar esta situación y, lejos de avergonzarse por ella, restarle importancia, redoblando la apuesta: Mostrar una posición de desinterés absoluto por la deuda y en simultáneo creer que será digno de respeto y admiración si adquiere una marca cara de reloj o toma una champaña de 100 dólares.
7. No se preocupe por aprender
Con la excusa de: “No me hace falta estudiar nada. Los títulos no sirven. Es sólo la intuición la que cuenta para llevar adelante un negocio” se produce un paulatino deterioro en la capacidad de gestión que los subalternos padecerán a diario.
8. Instale el miedo en su personal como un método de fidelización
Una frase conocida en el ámbito del management establece que la gente ingresa a las empresas por el dinero y se va por los malos jefes. Algunos de estos últimos, conociendo lo que implica perder un personal intentan retenerlo mediante mecanismos de temor.
9. Prometa utopías
Una cosa es construir una visión inspiradora para la compañía y otra es delirarse en una panacea imposible de creer. Sin dudas que pujar por un sueño es una palanca motivadora indubitable, pero no hay que confundir sueños con imposibilidades.
10. Pague sueldos miserables
“Aquí se les paga con conocimiento y experiencia” es algo propio de los hospitales o entidades sin afán de lucro. En las mismas, los profesionales se insertan y cumplen sus tareas con agrado porque entienden que es parte de su deber devolver algo a la sociedad que los avala en el ejercicio de su título profesional. Pero la realidad en las empresas es otra. No se engañe. Las personas que realmente valen la pena y que harán la diferencia podrán percibir una remuneración baja en los albores pero resulta condición sine qua non que a medida muestren avances en su trabajo sean reconocidas materialmente por medio de un salario justo y acorde al nivel de su desempeño y responsabilidades.