Liderar la diversidad
En el año 2012 organizamos un seminario en el que convocamos a un reconocido economista nacional (que luego fue más reconocido aún, por cierto), un especialista en el juego oriental Go y quien suscribe. Mi tema fue: “Como liderar a la Generación `Y`”.
Hace exactamente 8 años esos jóvenes estaban dando sus primeros pasos en las organizaciones, y su incorporación resultaba para más de uno un verdadero dolor de cabeza.
Durante mi alocución hacía un recorrido por las distintas generaciones y luego, ahondaba en los principales ejes para comprender a los `Y´.
Al día de hoy corrió mucha agua bajo el puente y son ellos quienes tienen personas a cargo. Entonces, estamos presenciando una inversión en los términos, estando los jóvenes en posición de liderar a los mayores. El dilema se ha invertido, tanto que hace una semana organizamos un Webinar llamado “Como liderar personas más grandes que vos” que resultó muy exitoso. ¿No es simpático?
Confieso que estos movimientos me resultan súper divertidos porque conmueven las estructuras. Me alegra y celebro profundamente que quienes hoy rondan los 30 años sigan sacudiendo el polvo de las empresas, de forma provocadora e insistente. Ahora bien, debo decir que no es lo mismo un ´Y´ a los 20 que a los 30. Es claro que poseen varias responsabilidades que antaño carecían, y eso los inquieta…
Hablemos de Liderazgo de la Diversidad, porque de eso se trata al final de cuentas.
Entender la potencia de esta idea nos hace pensar en Compañías modernas, flexibles y ágiles. Implica asumir el poder de lo distinto. Dejar a un lado el “más de lo mismo” para animarse a entrar en un bosque enigmático y fascinante.
Tenemos distinto género, razas, historias y providencias. Tenemos también distintas edades y el hecho de haber nacido en una época nos marca, determinando diferencias, pero también similitudes.
Abrazar la diversidad es hacer lugar al hermoso efecto sinérgico de los grupos heterogéneos. Escuchen bien esto, líderes y repitan conmigo: Los mejores equipos son aquellos constituidos por personas di-fe-ren-tes.
Esas empresas de museo, a cargo de gerentes esclerosados que eligen a sus colaboradores porque se les asemejan van a morir pronto. Estén atentos a eso y reaccionen. Están a tiempo.
Transformen su organización, virándola hacia el nuevo modelo de la diversidad. Tengan presentes que el bienestar de los colaboradores es vital. Ellos son el nervio, la carne y el hueso de la Compañía. Por sus fibrosas arterias debe correr la sangre de los empoderados y serán sus líderes los que, con sus acciones y ejemplos, los parirán.
¿Te das una idea de hasta dónde es capaz de llegar un trabajador que se siente seguro, reconocido, capaz y autónomo? ¿Pensaste alguna vez cual es el límite de un equipo forjado con este ADN? No pierdas tiempo, yo te lo digo: es infinito.
Transparencia y Colaboración radical
Defiendo a capa y espada lo disruptivo e innovador. Hasta encuentro una especie de capa quijotesca en ello. Eso pienso de los nuevos organigramas circulares. Ya no más la jerarquía vertical sino la horizontalidad. “¡En esta Compañía no existen los jefes!”, “¡No queremos más autoritarismo, ahora somos todos iguales!”. “¡Muerte a los viles, grises y mudos esquemas del pasado, incluyendo organigramas y Diagramas de Gantt!”.
Ok. Comparto. Ahora, es mi rol decirles que si eso no está plenamente infundido con transparencia es sencillamente cartón pintado o una declaración de deseo.
No sirve absolutamente de nada una organización plana si sigue bajo la forma de silos. Si cada uno no comparte información de su área con la otra, o lo que es peor aún, si la Alta Dirección esconde datos, estaremos en presencia de una mise en scène y no de un compromiso real con la transformación.
Las Compañías que llevan la delantera en esto son capaces de exponer sus resultados económicos y financieros. Sus nuevos negocios, las estrategias y los salarios de todo el personal incluyendo el de sus directivos. Te parece un poco ciencia ficción ¿verdad? ¿Pero no pensamos lo mismo, acaso, de las videollamadas hace 10 años?
Los valores organizacionales orientan a su gente a tomar las decisiones adecuadas cuando no existen antecedentes en el tema y deben improvisar. Sirven de guía. Pero no te enojes si no prenden en los colaboradores como a vos te gustaría. Si ello ocurre es un indicio que no se están poniendo en práctica desde todos los niveles. Específicamente, si anoté como valor a la Ética, sepamos que ella no es posible si no hay transparencia. Y lo mismo con el Trabajo en equipo, la responsabilidad colectiva, etc. etc.
Y a propósito de esto último, qué bueno es ese concepto de Colaboración Radical, aportado por la Escuela de Diseño de Stanford, pioneros del Design Thinking.
Liderar la diversidad, aprovechar y capitalizar lo lindo, el talento y la gracia de cada quien es colaborar profundamente con quien está a mi lado, en las oficinas de abajo o arriba, en el depósito. Es confiar en que el otro vale tanto como yo. En que los demás pueden aportar tanto y tan bien como yo, independientemente de su edad, género o condición social.
El dato inquietante relevado en 2019 por la consultora global Deloitte en Estados Unidos muestra que el 20% de sus líderes entrevistados ven a las generaciones de cincuentones como un problema y el 15% lo cataloga sin ambages como un obstáculo.
En este contexto tenemos que ser más radicales aún si queremos que nuestra empresa esté en el ranking de las que eligen las personas para trabajar. Tener una cultura de equipos es brillar y la lograremos si vemos en los novatos centennials sus recursos como nativos digitales. En los Millenials, su practicidad para hacer más ágiles los procesos. En los X, cuarentones, su independencia de criterio solo por citar algunas de las principales habilidades de cada generación.
Si deseamos una marca más luminosa debemos hacer que nuestra reputación sea más fuerte cada día con acciones sistemáticas y concretas. Si podés meterte en grandes proyectos como llevar agua a una comunidad o generar energía limpia a partir de tus desechos, ¡adelante! Pero si trabajás en un negocio pequeño también podés hacer grandes cosas. Empezá chiquito pero coherente. Coordiná tus dichos con acciones propositivas. Preocúpate por la salud de tus colaboradores, escúchalos. Sé fiel con tus clientes y no prometas cosas que no vas a cumplir. No destruyas tu cadena de valor hacia atrás, negociando de manera espuria con proveedores. Ellos también son parte del equipo, como la comunidad en la que se encuentra tu organización. Ya no más de esas empresas fundadas a espaldas de su población que, bajo el pretexto de “dar empleo” han vuelto corrupto todo el medio ambiente, infectando a generaciones.
Última: A veces me río cuando escucho hablar de retención del personal valioso, como si haría falta encadenarlos a un mástil. Líderes: la gente no se retiene, se fideliza. No pensemos en como obligar a los colaboradores para que se queden, asustándolos con lo frío y cruel del mundo exterior. No los ilusionemos con cantos de sirenas. Hagamos cosas para que nos elijan cada día. Démosle la posibilidad de que administren sus tareas y rindan luego resultados. Que tengan el poder para tomar distintos caminos. Sentirse cómodo para experimentar, probar cosas nuevas…
No es invento mío esto último, sino que lo tomé prestado de Google, quien permite que el 10% del tiempo de cada empleado sea usado para que desarrolle sus propias ideas dentro de la empresa. Ya sé, me vas a decir que tu empresa no es Google y lo entiendo. Igual, déjame que te diga que esos dos muchachitos también comenzaron en un pequeño garaje y lo que les permitió ganar valor progresivamente es tener el talento humano de su lado, tal como lo hacía el querido y malogrado Steve Jobs. Ellos son tan personas como vos y yo. Distintas. Por ahí va la cosa…