Imitemos los buenos ejemplos
Una práctica usual en EEUU de Norteamérica y otras naciones, es la donación, tanto en dinero como en construcción de edificios, y esto lo reciben colegios, universidades, iglesias. Lamentablemente en nuestro país no es una práctica común en nuestros días pese a que las empresas pueden disponerpara donación, de un porcentaje del impuesto a las Ganancias.
Por Alberto Bottai
Hoy nadie discute que los países se desarrollan en forma proporcional a la importancia que cada uno le otorga a la educación de sus ciudadanos. Andrés Oppenheimer, en su libro “Basta de Historias”, demuestra que en el siglo XXI, los países ricos son aquellos que ostentan un alto grado de educación y no como lo era antes, aquellos que poseían grandes recursos naturales.
Así tenemos el caso de Finlandia, que pasó de ser un país exportador de madera a lograr exportar tecnología y donde Nokia se convirtió en la empresa más grande del mundo en celulares, superando a Ericsson de sus vecinos los suecos, que inventaron la telefonía celular. Todo eso lo lograron invirtiendo en educación de primera calidad para todos sus ciudadanos lo que permitió que el conocimiento llegue al conjunto de la población y no solo a los más dotados.
Pero uno de los mayores problemas, no es tanto no tener una educación de primer nivel sino pensar que nuestros colegios o universidades tienen un nivel aceptable, porque de esa forma no se advierte el problema y por lo tanto no se lucha para solucionarlo. Es conocido que nosotros tenemos resultados muy bajos en los exámenes internacionales PISA, que mide los conocimientos de estudiantes de 15 años, pero lamentablemente tampoco nuestras universidades ocupan buen lugar en el ranking mundial. Y sobre todo nuestro sistema no permite la educación masiva de la población.
He reparado que es posible para muchos ciudadanos, empresarios y compañías, colaboran con donaciones a instituciones educativas.
Este pensamiento no está arraigado en muchos países de Sudamérica y menos en las autoridades de nuestro país. De esta forma, como ciudadano me sentía imposibilitado de poder colaborar para cambiar esta realidad.
Pero, retomando la idea del comienzo, he reparado que es posible para muchos ciudadanos, empresarios y compañías, colaborar con donaciones a instituciones educativas. No nos podremos excusar de realizar donaciones si disponemos de los medios para hacerlo, porque para ello no se requiere ningún permiso y sin duda en algo colaboraremos para mejorar el nivel de educación de la población. Si esto se generalizara en una práctica normal, creo que ayudaríamos a un cambio en la mentalidad de los ciudadanos y de los gobiernos.
Si bien lo ideal sería que nosotros los ciudadanos aportemos recursos de nuestro patrimonio, debo puntualizar que con la ley actual de la Argentina, los ciudadanos o empresas que pagan impuesto a las Ganancias, pueden disponer para donación, de un 5% de lo que les corresponde pagar, por lo cual hacer la donación de este porcentaje no le cuesta absolutamente nada al contribuyente.
Existe gran número de fundaciones a las que se puede donar, pero también creo que deberíamos sentirnos orgullosos de hacerlo a la casa de estudios que nos dio las herramientas para transitar por la vida y colaborar para su engrandecimiento.