Opinión
En la era de la Inteligencia Artificial
Los avances tecnológicos y la IA han transformado nuestra forma de consumir y relacionarnos.
A lo largo del tiempo, los avances tecnológicos se han integrado cada vez más en nuestras vidas, cambiando nuestra forma de vivir, consumir y tomar decisiones. Hoy, los modelos de inteligencia artificial (I.A.) y las distintas innovaciones digitales están transformando el rumbo de la humanidad.
La implementación de ellas, tanto en la práctica como en la teoría, exigió un estudio riguroso de los empresarios y desarrolladores, desde el análisis del comportamiento de cada una de las personas, sus interacciones con las demás, sus consumos diarios, hasta las decisiones tomadas y acciones realizadas dentro del entorno digital. Como resultado, nos ofrecen y garantizan desde la comodidad de nuestras casas cualquier producto o servicio que nos interese.
En un principio, se preguntaron ¿Cómo es la cultura digital que se presenta en determinada población? En este caso, cada comunidad tiene sus tendencias, creencias, costumbres e interacciones que son diferentes a otras comunidades, por lo cual, no pueden ofrecernos lo mismo a todas por igual, precisando ajustar a los algoritmos según la población o el país. ¿Pero, como los configuran? Ellos son creados y estructurados mediante nuestras huellas digitales personales, es decir, los datos individuales de cada persona que son recabados por los mismos algoritmos como consecuencia de ser internautas, que en su origen es, lo que cada persona consume o elige por sus gustos, preferencias y hábitos dentro de la internet. En líneas generales, en el cúmulo de esa información -conjunto de datos- encontramos a la evidencia digital, como, por ejemplo, las preferencias políticas, religiosas, el consumo en general de bienes y servicios, las actividades desarrolladas dentro del entorno digital de determinada comunidad y es de esa manera que sus algoritmos están configurados, entrenados y capacitados para que constantemente puedan ofrecernos al segundo lo que estemos solicitando o lo que es de nuestro agrado.
Lo mismo también sucede en el mundo real, ¿alguna vez has sentido que tu celular te escucha? No es una coincidencia. Asistentes virtuales como Alexa y Siri están diseñados para captar comandos de voz, pero su capacidad de escucha no se limita solo a cuando les damos órdenes directas (“Oye Siri”). Estas acciones también se producen cuando comentamos que deseamos tal producto en una reunión y a los segundos nos aparece como publicidad en la primera red social que abramos. Estas tecnologías con sus algoritmos recopilan información constantemente, lo que plantea serias preocupaciones sobre nuestra privacidad e intimidad.
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Todo este conjunto de utilidades que complementan al ser humano en lo cotidiano, lo podemos llamar el nuevo orden empresarial, como la habilidad de captar la atención de las personas para que seamos potenciales consumidores desde cualquier punto del mundo, por algún comentario hecho, una búsqueda realizada o desde un simple clic dentro del mundo digital. Esta información recopilada por los algoritmos, también es almacenada por las aplicaciones para crear publicidad personalizada o para mejorar la experiencia del usuario, pero parecería que estamos constantemente vigilados a la espera del momento indicado y que nos transformemos en la presa perfecta.
Otra de las cuestiones, es que existe un feedback. Por un lado, están las aplicaciones que ofrecen a las empresas promocionar sus productos o servicios dentro de su plataforma digital a cambio de un valor económico, y por el otro, están las empresas que son promovidas por la aplicación para que sus productos o servicios estén más expuestos y el negocio sea mucho más ágil y (Win to Win). Es simple, si la aplicación es la más utilizada por las personas, por su caudal de gente y futuros compradores, la misma utilidad va a ser para las empresas. También es el caso del contenido subido por los usuarios a las distintas redes sociales, mientras más viral se haga una publicación, un video o un tweet y lo estemos compartiendo o demos un simple “Me gusta”
-preferencias individuales que terminan siendo globales-, los algoritmos de esa manera, obtienen lo que pueden seguir ofreciéndonos a diario para que consumamos más esa aplicación.
¿Pero, si todo el tiempo mis acciones quedan grabadas en la internet, dónde está la intimidad en todo esto? La hay, pero está comprometida porque todo lo que hagamos queda registrado en algún sitio. Esos movimientos son almacenados en servidores o en la nube para luego ser utilizados en la programación de los algoritmos.
El sustento que tiene esta nueva ciencia, es que las grandes empresas compiten por nuestra información, por los datos de cada persona y así generar nuevas tecnologías, como, por ejemplo, la Inteligencia Artificial Generativa. Tal disputa, existe para posicionarse como líderes en el mercado, y poco interesa, la privacidad y la intimidad de cada persona. Esta dinámica, además de la innovación, dio lugar a un nuevo campo de estudio: que para los aficionados es llamada como infonomía, que analiza el valor económico de la información, prácticamente el nuevo oro. Por eso, cada persona es un grano de arena de un gran desierto.
Los modelos de I.A, son avasallantes y no podemos evitarlos, pero si poner límites como comunidad mundial. Cuando se sitúa un conflicto de esta magnitud, en donde se vulnera la intimidad y la privacidad, se corre el peligro de la filtración de datos personales o información sensible, que puede ser utilizada para estafar y dañar a las personas. -Fraude o robo de identidad-. El punto es, que podamos exigir a las corporaciones y a los responsables del almacenamiento de los datos, una mayor transparencia en el tratamiento y en sus finalidades e inversiones en ciberseguridad. Así como en el mundo analógico, tenemos garantías, esto debe suceder también en el mundo digital.
Si hoy los Estados no ofrecen nuevas regulaciones que protejan a nuestra identidad digital, debemos asumir la responsabilidad y empezar a tomar precauciones en el ámbito digital. Como internautas el primer paso, es divulgar los daños y tomar conciencia para la futura prevención, alfabetizar estas cuestiones educando a los niños, niñas y adolescentes desde temprana edad, leer y comprender las políticas de privacidad de cada aplicación a la que nos hacemos usuario y utilizar las medidas de seguridad que estas nos ofrecen, como la doble autenticación.
La Inteligencia Artificial esta para quedarse y no hay vuelta atrás, en un tiempo, solo quedarán algunas utilidades analógicas que serán utilizadas por seguridad y burocracia, y lo demás, estará subido al tren de lo digital.