El peso de los mitos familiares en la empresa
Entiendo que debe haber más de una definición de mito, yendo de las más complejas y rebuscadas hasta otras más sencillas. Inclinándome por estas últimas, me gusta decir que son relatos imposibles de establecer su veracidad, pero que a la vez se los toma muy en serio. Esos saberes incuestionables que confunden puntos de vista con verdades determinantes.
Por Gustavo Giorgi
Asimismo, tienen una limitante cierta, y es que en su mayoría son inconscientes: Se sigue a rajatabla sus mandatos, pero de forma casi automática y sin cuestionamiento alguno.
Aquí van algunos ejemplos de los más habituales en empresas de familia:
Mito 1: “Hay que ganarse el pan con el sudor de la frente”.
Muchos de los fundadores de empresas siguen el prototipo de esos gringos que le hacen honor a eso del sacrificio. Se levantan a diario cerca de las 5 am y desde ahí trabajan sin parar hasta el mediodía. Luego almuerzo, siesta y posteriormente en el negocio (otra vez) hasta las 9 pm. El cumplimiento de horario es, para ellos, la condición del éxito y la bonanza y por ello suelen recriminar a sus hijos que no están “el tiempo suficiente” en los negocios.
Ante esto, existirán miembros de la familia que serán capaces de imponer su criterio, logrando un equilibrio entre la carga horaria de trabajo y su vida extra laboral; pero habrá quienes también no puedan realizarlo y el cumplimiento de este mito se llevará puesto a sus propios matrimonios y familias.
Mito 2: “Primero la familia”
Hay empresas de este tipo en las que se plantea la obligatoriedad de pertenecer a la familia para tomar decisiones, excluyendo plenamente a todos los demás, y particularmente a los políticos. Hay ejemplos de exitosos en ese sentido, pero no significa que la receta sea válida para todos los casos. Estoy convencido que los vínculos sanguíneos no solo son saludables sino también sumamente importantes en nuestra vida, pero eso no equivale a echar por tierra a los foráneos, negándole toda participación. Muchas empresas familiares han perdido valiosos aportes de cuñados, yernos y nueras por este mito-prejuicio.
Mito familiar 3: “Tratándose de plata, es fácil ponerse de acuerdo”
Mentira. Si pecas de ingenuo, podrías decir que, por ser familia, se priorizaría el afecto y los vínculos y por ende el dinero no es importante. Si sos realista, entenderás que la conversación acerca de remuneraciones o reparto de utilidades no se realiza más por un tabú que por otra cosa. Es indispensable dejar claro qué pretende cada uno para, a partir de allí, acordar en algunos puntos y darse la oportunidad para negociar otros.
Mito 4: “Hay que cuidar lo que nos dejaron”
Hace pocos días, un cliente me comentaba que iba a dejar su profesión para dedicarse por completo a la gestión del negocio, porque “No podía traicionar el sueño del abuelo”. Tal como se ve, seguir ese mito implica poner de lado el propio deseo, con consecuencias impensadas. Y no sería descabellado pensar que quien renuncia a sus propios sueños por cumplir los ajenos, termina frustrado y con la firme sensación de un valioso tiempo personal perdido.
Mito 5: “Sin mí, esto se va al tacho”
Debo decir que en general esta es una idea más del fundador que de sus seguidores. Existe algo así como una manía de control, que impide la delegación progresiva de responsabilidades a los sucesores. Con el paso de los años, es aquel quien termina cayendo en su propia trampa, cuando su cuerpo y mente están agotados, pero nadie fue formado para tomar el mando de la organización. De esta manera, se transforma en una profecía autocumplida, dado que termina confirmando la incapacidad de sus familiares.
En definitiva, pienso que es imprescindible para aquellos que desean una empresa familiar que los trascienda, que se sienten junto a sus seres queridos que participan en la organización y discutan, tal como lo hacen respecto de temas técnicos, acerca de estos temas afectivos y emocionales, los que no solo forman parte del asunto, sino que también son los responsables la mayoría de las veces de la continuidad del negocio.