El país del Día de la Marmota
Diciembre 2015, el presidente Macri cerraba con su discurso la 21° Conferencia de la UIA. Allí, como en toda la campaña, prometía, entre otras cosas “premiar al que se anima al desafío de exportar”, eliminar las retenciones de exportación, que no iba a tener ningún Moreno y se iba a normalizar la economía con la eliminación del cepo. ¿Cómo nos fue?
Por CPN Despachante de Aduana Diego Dumont
Derechos de exportación de mercaderías: una empresa que exportaba una máquina envasadora por U$S 100.000 en 2015 pagaba U$S 4.761 de derechos de exportación, hoy paga U$S 5.769 con la posibilidad de estar eximida por el incremental respecto a lo hecho el año pasado, hasta cierto tope. Una cerealera que exportaba porotos de soja por un precio oficial total de U$S 100.000, en 2015 hubiera pagado U$S 25.925 de retenciones, hoy tributaría aproximadamente U$S 25.600 entre el 18% de derechos y el adicional con tope. Pasaron cuatro años y el cambio no fue significativo. No sólo eso, las idas y vueltas fueron permanentes en estos cuatro años, primero eliminando luego reestableciendo, luego eximiendo una pequeña parte para seguir estos días con sucesivos más ajustes. El Gobierno no le encontró la vuelta a este tema y terminó incumpliendo las promesas de campaña, por los motivos que sea, pero incumpliendo al fin.
Reintegros de exportación: Se aumentaron y luego se contrajeron, pero con mejores condiciones de pago ya que antes las trabas burocráticas eran mayores. Sería como sí antes viajábamos en ruta, ahora lo hacemos por autopista, pero más caro. Volvamos al ejemplo anterior: la empresa que exportaba una máquina de valor U$S 100.000 en 2015 percibía (con demoras significativas) U$S 5.714 de este estímulo. Hoy, con un proceso más ordenado y menos burocracia cobraría casi U$S 1.000 menos.
Exporta simple: Aún sin estar de acuerdo con la forma en que se implementó, anunciado para las economías regionales y devenido camino para la exportación de algunas empresas hechas y derechas, este punto es para quien escribe el mayor acierto del Gobierno en “Comex”, si tenemos en cuenta la impagable deuda que se tiene con la increíble concentración de nuestras exportaciones. En Argentina, 750 exportadores de un padrón de casi 10.000 representan más del 90% de las ventas al exterior. Es como si en un equipo de fútbol 9 de cada 10 goles los hace el mismo delantero. Necesitamos nuevos exportadores y la microexportación puede ser el trampolín de muchos de ellos.
Derechos de exportación de servicios: me voy a quedar corto con mis palabras en este punto. Se me ocurre como mínimo: imperdonable. Gravar las exportaciones de servicios con derechos de exportación como sucedió a principios de año es un retroceso histórico, que incluso sentó bases legales en la propia Ley del Código Aduanero. Si queremos fomentar las exportaciones de alto valor agregado, es inconcebible que se hayan atacado estas exportaciones. Máxime en un país con persistente balanza negativa de servicios (más de U$S 7.000 millones de salidas netas).
Importaciones: se reorganizó el sistema pasando de las nefastas DJAI del anterior Gobierno al actual SIMI. Se ganó en transparencia. El sistema antiguo era perverso. En combo con el dólar blue de aquellos años se conformó un sistema que subsidió las importaciones de unos pocos beneficiados que gracias la escasa competencia podían vender a precios elevados. Dólar barato para unos pocos que pescaban en la pecera. Fue un cambio tan cantado como necesario. Se intentó eliminar las distorsivas percepciones de IVA y Ganancias en importaciones, pero se pudo sostener esta medida sólo siete meses. Se incrementó la tasa estadística a niveles que están fuera de razonabilidad y de su justificación a la luz del artículo VIII del Gatt. Preocupante. Como acierto se eliminaron algunos aranceles en tecnología y se busca la eliminación gradual de los impuestos internos, buscando alinearnos con un mundo regido por la división internacional del trabajo.
Puerta a puerta: Lo más importante fue la eliminación del dólar tarjeta y del cuello de botella en los depósitos. Vía postal: Se produjeron cambios para descomprimir las aduanas. El 80% de las compras puerta a puerta valen menos de U$S 20. En el caso de la vía postal se subió el límite de U$S 999 a U$S 3000. También la franquicia se elevó de U$S 25 a U$S 50 y su uso a 12 veces al año (antes de uso único). Vía Courier: se elevaron los montos de importación y exportación a U$S 3.000. Se flexibilizó el sistema que antes generaba grandes congestionamientos en Ezeiza. Veremos con el tiempo si el sistema soporta el gran riesgo que supone el narcotráfico para estas transacciones.
Régimen de equipaje: Se incrementaron las franquicias. En ingreso al país vía aérea o terrestre se pasó de U$S 300 a U$S 500. Si el ingreso es por vía terrestre, de U$S 150 a U$S 300. Las compras en free shops pasaron de U$S 300 a U$S 500. La finalidad fue armonizar el tratamiento aduanero a nivel MERCOSUR. Los viajeros agradecidos. Suma porque el impacto en las importaciones de estos movimientos no es importante y se agilizan los procesos en frontera.
Mercado de cambios: se desmanteló un control de cambios riguroso, que se endureció con la escasez de reservas en el Gobierno Anterior, y se pasó a un contexto de libertad cambiaria (la Argentina es históricamente cíclica en este aspecto). Por el lado de las importaciones se eliminó el SEPAIMPO, por el lado de las exportaciones desaparecieron los plazos para embarcar e ingresar divisas. No obstante, desde la órbita aduanera persisten controvertidas facultades otorgadas por el artículo 954 inciso c del Código Aduanero que le otorga a la Aduana la facultad de sancionar en caso de diferencias entre los montos documentados y los negociados en el mercado de cambios.
Balanza comercial: El presidente tomó un país que exportaba por U$S 56.000 millones en 2015 e importaba por U$S 60.000 millones (déficit U$S 5000 millones). Llega al fin de este mandato con un país que en 2018 exportó por U$S 61.000 e importó por U$S 65.400 (Déficit U$S 5.000). Recién este año vamos a ver un superávit comercial de aproximadamente U$S 10.000 millones explicado fundamentalmente por exportaciones similares al 2018 y contracción de las importaciones por el nivel de actividad. Aposté por un país con más exportaciones que las actuales. Queda pendiente la reglamentación de herramientas que serían muy útiles contempladas en la ya histórica Ley de Promoción a las Exportaciones 23.101.
Desburocratización del comercio exterior: no puedo dejar de mencionar este punto. En nuestras operaciones de importación y exportación intervienen alrededor de 80 organismos entre públicos y privados. Con la Ventanilla Única del Comercio Exterior y Trámites a Distancia, principalmente el país busca simplificar procedimientos y facilitar el comercio. Hubo cambios importantes en este rubro, aunque aún hay mucho por andar. La implementación de la VUCE inició en 2017 y sigue un programa que culminaría en 2021.
Querido lector, si usted me apura le digo que, a pesar de algunos cambios significativos de forma, en cuestiones de fondo seguimos viviendo en el día de la marmota, una y otra vez. Hoy amanecí en un país que al igual que en 2015 castiga las exportaciones con retenciones, incluso las de servicios; no puede hacer despegar las ventas al exterior que en cuatro años aumentaron apenas 8,5% y persiste en percepciones distorsivas en las importaciones agravadas incluso por el incremento de la tasa estadística. Entiendo que hubo voluntad de cambio, por ejemplo, se logró abrir el mercado norteamericano para los limones o el biodiesel, y el mercado japonés para la carne, y desde Mercosur se consiguió un histórico acuerdo con Unión Europea, pero subsisten los problemas estructurales sin solución. Es algo que lamento mucho, toda vez que quienes elegimos a este Gobierno lo hicimos no sólo para escapar de las importaciones a dedo y de la transgresión permanente de la ley, sino además con la esperanza de que se logre una transformación sustancial. Esta última sigue pendiente. Creo que este Gobierno no cumplió con nuestras expectativas en ese aspecto como en otros y eso puede explicar parte de los resultados de las pasadas PASO. Sin embargo, a pesar de la decepción, coincido en que si volvemos a los pilares del modelo anterior nos irá aún peor.