El camino del desarrollo hacia la gran empresa
“Yo soy yo y mis circunstancias”, es una frase que se le atribuye a un referente del pensamiento español, un gran ensayista y filósofo, José Ortega y Gasset. Una interpretación diría que la vida se compone del yo y el entorno del cual no podemos separarnos. Aplicado a la economía y al tema que nos ocupa sería: “las pymes y sus circunstancias”.
Mg. Claudio M. Pizzi*
Algún lector, emprendedor, podría llegar a pensar lo siguiente: “que hubiera sido de mi proyecto si en vez de lanzarlo en la Argentina, lo hubiese hecho en Alemania, Estados Unidos, o Uruguay”. Sería bueno reflexionar sobre las posibilidades de éxito en ciertos países del África, en el sector pobre del medio oriente o la India. El entorno “pesa”, no es una novedad y por supuesto en la Argentina, es “abrumador”. La relación deuda PBI se eleva por encima del 60%. Las tasas de desempleo, inflación e interés interbancaria, se establecen en dos dígitos, muy por encima de los países desarrollados y emergentes con futuro. Los índices de competitividad, doing business, acceso a la información, entre otros, nos colocan en el puesto 80 de entre unos 140 a 190 naciones en el mundo, según las últimas mediciones. Todo esto es cierto al igual que el entorno competitivo en el que deben moverse las pymes americanas o alemanas. Para sostenerse, tienen que apostar fuerte por la productividad, la competitividad, y el apego a las reglas. Los entornos, no siempre son favorables a las actividades de inversión y creación de riqueza. La empresa Honda, nació en uno “hostil”. La primera Honda data del año 1946. Japón salía de la guerra y necesitaba un medio de transportación rápido y barato. La clave para superar las circunstancias es el “yo”. “Que hacemos y haremos” para corregir las debilidades y mejorar las fortalezas empresariales con el objeto de aprovechar las oportunidades y minimizar el impacto de las amenazas del contexto. Es la pregunta a responder. Mientras las grandes firmas enfocan sus estrategias de marketing hacia la comercialización de productos y servicios para “hacer feliz a la gente”, las pequeñas y medianas empresas siguen trabajando para destacar “atributos” como la “garantía extendida o la facilidad de acceso a los repuestos”. No está mal, pero el foco es incompleto. De hecho, ¿si usted tuviera que elegir entre un producto que lo lleva a “vivenciar la felicidad” u otro que le asegura un Kit de repuestos, por cual se decidiría?
Muchas pymes juegan la “batalla del bolsillo” mientras las grandes marcas juegan a ganar la “batalla de la mente”. Compiten en el mundo de lo “percibido” creando valor tanto físico como imaginario. Es tentador justificarse en las circunstancias (presión fiscal, leyes laborales), pero inoportuno. Vender “productos y servicios” no es el equivalente a vender “soluciones y experiencias”. Los sistemas de gestión, “hablan por sí solos”. Son implementaciones contables que recogen datos “cuantitativos” como la facturación, los costos, número de pedidos, devoluciones, entregas, vencimientos. La fidelización y la satisfacción de los clientes, su potencial, el posicionamiento estratégico, la calidad percibida, las habilidades distintivas, la calidad del liderazgo, la ventaja competitiva, la creación de valor, representan aspectos cualitativos que no son comprendidos en profundidad, y por lo tanto no son registrados ni medidos por los modelos convencionales.
En la Argentina se ha materializado la economía de la supervivencia. Se suele manifestar como “un modelo mental” inserto en el subconsciente de emprendedores y consumidores. Este sesgo queda representado en las decisiones de corto plazo y en el manejo del día a día de todas nuestras actividades. Algunos “rebeldes” logran escapar de la “matrix local” y crean proyectos sustentables como “mercado libre”.
Debemos acostumbrarnos a “buscar nuestro destino” operando en entornos impredecibles, cambiantes, dinámicos. Las circunstancias podrán o no acompañar, pero los sueños hay que cumplirlos. Nadie puede o debe quitarnos ese derecho. El planeamiento estratégico es una de las tantas herramientas que la ciencia económica ha desarrollado para resolver los problemas de crecimiento y sustentabilidad en las organizaciones. El día a día no puede reemplazar los espacios para la creatividad.
Que puede hacer el “yo” a pesar de las circunstancias para producir “capital mental” y transformarlo en estrategias de innovación, junto con el desafío de la “profesionalización”, es la gran apuesta pyme de estos tiempos. Es el camino del desarrollo hacia la gran empresa.
- Director de la consultora dorbaires www.dorbaires.com
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