Crear valor y sustentabilidad
La transparencia, la integridad y una auto-regulación adecuada, son factores destacados en la sostenibilidad y desarrollo de la organización.
Por Dr. Daniel Parini
El compliance es un término inglés, que puede ser traducido como cumplimiento y que hace referencia al cumplimiento normativo; está relacionado con el mundo jurídico empresarial anglo-sajón y especialmente con aquellos sectores regulados, como el bancario y bursátil.
Los antecedentes más recientes se ubican en Estados Unidos, a fines del siglo XX y principios del XXI, a raíz de sonados casos de corrupción y fraude ocurridos en varias empresas.
La respuesta no se hizo esperar y apareció en escena un duro marco regulatorio que reprimió fuertemente el soborno a oficiales y figuras políticas de gobiernos extranjeros, estableciéndose penas de prisión y cuantiosas multas. Pero, también previó el despliegue de controles y programas que debían llevar algunas empresas.
El profuso entorno normativo y la globalización de la economía -por otro lado- determinaron la necesidad que las empresas se encaminaran a un nuevo escenario donde las exigencias no se limitan a hacer negocios y cumplir con la ley, el reclamo pasa por involucrar otros valores dentro de las prácticas del gobierno corporativo, que les permitan actuar con eficiencia y eficacia. La transparencia, la integridad y una auto-regulación adecuada, son factores destacados en la sostenibilidad y desarrollo de la organización.
En tal contexto, entonces, se entiende por Programas de Cumplimiento y Ética, al conjunto de protocolos y planes destinados a prevenir, detectar y remediar incumplimientos normativos externos e internos, con el objeto de evitar exponer a la organización a sanciones legales, pérdidas económicas y daño a su reputación.
El compliance se convierte así en una herramienta de gestión estratégica, que permite evaluar el riesgo legal corporativo, adoptar procedimientos de control y monitorear su aplicación; pero -además- el respeto a las normas externas e internas con ética, fortalece el modelo de negocios. El mensaje debe bajar desde lo más alto del management, derramando una cultura basada en valores y de siempre hacer las cosas bien.
No hay un modelo universal ni exclusivo, por lo que cada empresa debe desarrollar el programa según sus características propias. La industria farmacéutica o una entidad financiera se enfrentan a riesgos distintos.
El sistema de compliance y ética atraviesa a todas las organizaciones, públicas o privadas, ONG's, partidos políticos, sindicatos; también a las asociaciones industriales o comerciales (las que por su función deben colaborar al diseño de programas adecuados entre su asociados y en especial a las pymes).
El fraude, la relación con proveedores y clientes, la discriminación o acoso laboral, son algunos motivos suficientes para estar prevenidos; o acaso alguien puede no querer cumplir la ley.
En definitiva, el compliance como una especie de autoregulación es un instrumento idóneo para crear valor y sustentabilidad, por lo que cabe recordar que "la autodisciplina siempre es mejor bienvenida que la disciplina impuesta desde arriba", según afirmó en 1938 W. O. Douglas.