Comercio Exterior para la gente
Escribir es una libertad para el alma. Es sacar un pedacito de lo que uno lleva dentro. Es una forma de viajar en el tiempo y en el espacio. La finalidad de difundir algunas ideas y experiencias, y con la esperanza de que te sea útil.
El comercio exterior no es física nuclear. Más allá de todo tecnicismo, conceptos, clasificaciones, etc., está lo más importante: las personas. Entiendo que repasar cualquier campo de la ciencia desde la óptica de los protagonistas no puede sino enriquecer el conocimiento. Imaginate a Einstein tocando el violín en su casa para inspirarse. Y a Arquímedes corriendo y gritando desnudo cuando comprobó su teoría. ¿Qué pudo haber sentido, y a que estrella le habrá hablado? El mundo suele ser más sencillo de lo que a veces lo hacemos.
Comercio Exterior es llevar adelante un acto de comercio con una persona residente en otro país. La idea es sencilla, pero es imposible abordarlo sólo abrazándose a analogías, anécdotas, ejemplos y casos. Lo teórico está presente como hilo conductor de cada capítulo, pero intento hacerlo más cotidiano.
El texto es una guía, no pretende agotar nada ni convertirse en un Manual de Comercio Exterior, de los que ha hay varios y a veces se vuelven complejos para principiantes. Lo que busca es tener aplicación práctica, presentando la teoría obligada y “dejando la punta” para que puedas meterte más en el tema si te interesa. En cierta forma, escribí el libro que me hubiese gustado leer cuando por primera vez me metí en este lío.
El comercio exterior es dinámico. Este no es un libro estático. Si una característica tiene el comercio exterior, sobre todo en Argentina, es su dinamismo. No es una foto, sino una película que cambia día a día. Nunca dos cosas en apariencia iguales lo son. Siempre hay algo nuevo aunque parezca lo mismo. Nunca dejamos de aprender, y si crees que lo hiciste te estás equivocando. Como dijo Mario Benedetti para la vida (y vale para el “Comex”), cuando crees tener todas las respuestas te cambian las preguntas.
El comercio exterior es servicio. Hay un “batallón” completo e insatisfecho de emprendedores, estudiantes avanzados, jóvenes profesionales y pequeños empresarios, que rebotan de oficina en oficina, como una pelotita de metal en un pinball, buscando soluciones que nunca llegan porque los grandes estudios están ocupados atendiendo empresas, y seamos sinceros, por lo general quien recién empieza necesita mucha dedicación y tiene poco dinero. Son pocos los colegas que atienden a estas personas. Por lo que aprovecho la oportunidad para instarlos, a invertir al menos dos horas de algún día de la semana para hacerlo ad honorem, simplemente como camino para aportar algo a la sociedad sin esperar nada a cambio, desde lo que mejor saben hacer.
El comercio exterior es creativo. Sin dejar de lado la rigidez de los usos y las cuestiones normativas, existe un espacio más o menos importante para que puedas poner a lo que hacés tu propia impronta. Suele haber lugar para encontrarle la vuelta a los obstáculos. El principal enemigo de la creatividad es el conformismo. Este libro es como la ilustración que viene fuera de las cajas de Rasti®, te ayuda a tener una idea general, pero al final, sos vos quien tiene las piezas en la mano y lo hacés a tu manera.
Con la meta de responder a estas inquietudes más “masivas” y comentar los temas de actualidad que surgían (numerosos, sobre todo en los últimos tiempos post crash internacional 2008–2009, en los que exportar e importar se ha hecho a veces casi un deporte extremo), comencé estas líneas, y antes de concluir el libro, puse en marcha la idea dentro del noticiero “Arriba Santa Fe” por Canal 9 Litoral, en un micro que llamamos “Comercio Exterior para la gente”. El objetivo final es lograr un puente, un camino de ida y vuelta, porque el conocimiento también viene desde la calle al aula. No será un puente llamativo, ni imponente. Es más bien un puente sencillo, porque prefiero que sea acotado y entendible por todos quienes se acerquen al mundo del comercio exterior, sin necesidad de una formación previa. Después de todo, el fin último del conocimiento no es el conocimiento en sí mismo sino transformarse en acciones inteligentes.