En los primeros seis meses ya se destruyeron 404 mil empleos
El efecto desaliento es uno de los factores que más pesa en el actual escenario, por la convicción de que conseguir empleo se volverá una misión cada vez más difícil
Más allá de que el paro general que varios sectores gremiales llevarán a cabo hoy responde a motivaciones tanto políticas como económicas, lo cierto es que no será muy eficaz para detener el inevitable proceso de corrosión que todo default introduce en el aparato económico de un país. La actividad industrial había sufrido un fuerte parate en los primeros meses del año, pero la cesación de pagos en la que entró la Argentina por su pelea con los fondos buitre ya le está quitando financiamiento al sector público nacional, a las provincias y a las empresas privadas, potenciando la caída de la inversión y, en consecuencia, la recesión. El mercado laboral es uno de los que padece más rápido este impacto: la Encuesta Permanente de Hogares del Indec registró, en los dos primeros trimestres, la destrucción de 404.000 puestos de trabajo.
El deterioro de los indicadores laborales, vale decir, no es nuevo. Aunque la tasa de desempleo abierto no mostró variaciones significativas desde 2011, la menor creación de trabajo se notó en la menor cantidad de personas que buscan trabajo. El denominado efecto desaliento es cada vez más notorio. La pérdida de empleo se dio más entre ocupados plenos y el sector público esta vez no tuvo la misma capacidad de absorción que en el pasado. A continuación, un resumen del estado del mercado laboral:
Hace tres años, la desocupación estaba en 7,2% y la tasa de actividad de 46,3%. En el primer semestre de 2014 esos porcentajes, en promedio, fueron de 7,3% y 45,6%. De acuerdo a la estimación de Idesa, si la tasa de actividad fuese la misma de 2011, el desempleo hubiera sido 8,7%, o sea 1,4 puntos superior.
La tasa de actividad del segundo trimestre fue de 44,8%, la más baja desde el año 2003 inclusive. La de empleo es de 41,4%, la menor desde 2006.
Cuando se comparan estos números con los de fines de 2013, se percibe que el empleo disminuyó 3%, lo cual implica una destrucción de 404 mil puestos. De esa porción, 176 mil personas pasaron a ser desocupados. El resto, cerca de 205 mil personas, se retiró del mercado, provocando la caída de la tasa de actividad.
En el análisis más fino que hace el Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas (Ipypp) que orienta el diputado Claudio Lozano, se pone de manifiesto que en el segundo trimestre del año la subocupación creció considerablemente, de 8,1% a 9,4%. Eso aumenta la incidencia de los empleos a tiempo parcial, lo cual implica que el grueso de la destrucción de empleo se dio entre los ocupados plenos, aumentando de esta manera en la composición del empleo, la proporción de ocupados con necesidad de realizar búsquedas adicionales.
Según la Encuesta de Indicadores Laborales (EIL) del Ministerio de Trabajo, la caída de la tasa de empleo involucra también una retracción del empleo formal asalariado. Las ramas más afectadas fueron comercio (-1,9%). electricidad, gas y agua (-1,6%) e industria (-1,4%).
Las pymes, como principales generadoras de empleo, tienen un doble problema: por un lado les cuesta cubrir su demanda, y en paralelo, la caída en el consumo interno presiona sobre su dotación. En el primer trimestre, según una encuesta de la Fundación Observatorio Pyme, en 8 de las 13 ramas industriales relevadas, entre 25% y 35% redujeron sus horas trabajadas. En el primer semestre, un 84% prevé mantener personal, en tanto 12% realizará ajustes.