Con sello propio
Harlem Festival, el sueño santafesino que se volvió marca nacional
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La productora, a cargo de Esteban Sabbione y Vali Ferrero, repasa los inicios, el crecimiento y el impacto de un festival que transforma la escena cultural y económica de la región.
Harlem es una productora santafesina creada en 2016. Con más de 300 shows producidos en el país, hoy busca consolidarse como la principal del litoral argentino. Su apuesta más ambiciosa es Harlem Festival, que se convirtió en un referente cultural y económico para Santa Fe y la región.
–¿Cómo surgió el concepto del Harlem Festival y qué factores los llevaron a implementarlo en la ciudad de Santa Fe?
Harlem Festival nació de una mezcla entre deseo, intuición y necesidad. Deseo de crear una experiencia cultural potente, que celebrara la música y el arte contemporáneo en todas sus formas. Intuición de que había una generación –en Santa Fe y alrededores– que pedía una propuesta nueva, diversa, de calidad internacional. Y necesidad de descentralizar el mapa de los grandes festivales en Argentina, muchas veces concentrado en las grandes ciudades. Apostamos por Santa Fe porque creemos en el potencial creativo y humano del interior, y porque sentimos que era el momento de empezar a contar otra historia desde acá, desde nuestra ciudad, donde nacimos y crecimos. Además, vimos una ventaja geográfica, Santa Fe está en el corazón del país su ubicación estratégica nos pone en un punto intermedio entre grandes ciudades como Buenos Aires, Córdoba y todo el litoral argentino.
–En su primera edición en 2018, el festival ya se planteó como una propuesta integral. ¿Cuáles fueron los principales desafíos de aquella puesta en marcha?
El principal desafío fue hacer realidad algo que, en papel, parecía ambicioso para la ciudad: tres días de música en vivo, experiencias gastronómicas, activaciones de marcas, intervenciones artísticas y un armado técnico a la altura de los grandes festivales del país. No teníamos un “modelo anterior” en Santa Fe, así que fuimos pioneros en muchos sentidos. El otro gran desafío fue ganar la confianza del público: que crean en la propuesta, que se sientan parte, que vengan y la vivan. Y lo logramos. Porque Harlem no fue solo un festival: fue un acto colectivo de fe en lo que podíamos crear juntos.
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–¿Qué atributos buscaban consolidar desde el inicio para diferenciar a Harlem dentro del panorama de festivales nacionales?
Desde el inicio apostamos a una identidad propia, diversa y cuidada. No queríamos replicar lo que ya existía. Queríamos crear un espacio donde la música emergente conviviera con los grandes nombres, donde el diseño, la gastronomía y el entorno fueran parte de la experiencia. Harlem se construyó con curaduría, con sentido, con amor por los detalles. Y con un profundo respeto por el público. Buscamos que la gente venga y diga: “acá hay algo distinto”. Que se note que detrás de todo hay una visión.
Crecimiento sostenido y mirada empresarial
–Desde una perspectiva empresarial, ¿cuáles consideran que fueron las claves para lograr el crecimiento sostenido del festival en tan pocos años?
Claramente, la planificación y la coherencia. Cada edición fue pensada como un paso adelante, pero sin perder el foco. Supimos escuchar al público, aprender de cada experiencia, sumar talentos al equipo y cuidar los vínculos con todos los actores involucrados. Y, sobre todo: tuvimos la convicción de profesionalizar cada área del festival. Sabíamos que, si queríamos crecer, necesitábamos estructura, estrategia y gestión. El Harlem no creció por azar: creció porque hubo una visión empresarial clara, pero con alma artística.
–¿Qué decisiones vinculadas a gestión, curaduría artística y alianzas estratégicas fueron fundamentales para profesionalizar la propuesta?
Profesionalizar no es solo hacer las cosas bien: es entender que cada decisión tiene impacto. Desde el booking artístico hasta el diseño de accesos, desde la selección de proveedores hasta los acuerdos con marcas. Apostamos a una curaduría diversa pero coherente, a una gestión técnica rigurosa y a alianzas que sumaran valor real, no solo económico. Nos rodeamos de personas que entienden la industria, pero también entienden la experiencia que queremos generar. Y eso fue clave.
–¿Por qué eligieron desarrollar un proyecto de esta magnitud en Santa Fe? ¿Qué oportunidades identificaron en el territorio local?
Santa Fe tiene un capital simbólico y humano enorme. Tiene historia, tiene cultura, tiene artistas y un público con ganas. Nosotros vimos una oportunidad de aportar algo distinto, de posicionar a la ciudad como un polo creativo, de romper con el centralismo cultural. Además, había infraestructura, talento local y un ecosistema que estaba listo para algo grande. Solo había que animarse.
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–¿Cuáles son las ventajas y los desafíos de llevar adelante un evento de gran escala desde una ciudad del interior del país?
La mayor ventaja es la autenticidad. Todo lo que se construye desde el interior tiene una energía distinta, una raíz. Y eso se nota. Pero también están los desafíos: los recursos a veces son más limitados, hay que formar equipos, negociar con distancias, romper prejuicios. Hacer un festival así desde Santa Fe es remar, pero remar con sentido. Y eso lo vuelve más valioso.
–¿Cómo es la articulación con el ecosistema cultural, institucional y empresarial santafesino en cada edición del festival?
Trabajamos con una lógica de red. No concebimos a Harlem como un proyecto aislado, sino como parte de un ecosistema más amplio. Articulamos con el gobierno en todos sus niveles, instituciones de la cultura, con universidades, con medios, empresas, con emprendedores y marcas locales, nacionales e internacionales. Hay diálogo, hay colaboración. Y también hay una búsqueda de generar impacto real: económico, turístico, simbólico. Nos interesa que el Harlem deje huella, que sume al tejido cultural de la ciudad.
Impacto económico y futuro del festival
La sexta edición de 2024 reunió más de 25.000 personas y dejó un movimiento turístico superior a los $423 millones, según el Observatorio Turístico. La ocupación hotelera llegó al 90% y se generaron más de 1.500 empleos directos y 4.000 indirectos.
–¿Tienen proyectado escalar Harlem hacia nuevos formatos, ciudades o mercados, o el objetivo es afianzar su posicionamiento en Santa Fe?
Hoy nuestro foco está en seguir consolidando el festival en Santa Fe, hacerlo cada vez más sólido, más memorable, más inclusivo. Pero no cerramos la puerta a nuevos formatos o territorios. De hecho, ya venimos explorando propuestas satélites, activaciones urbanas, producción de shows y alianzas en otras provincias. Harlem es un concepto que puede mutar, expandirse. Pero siempre con sentido. Lo importante no es crecer por crecer, sino crecer con coherencia.
–Finalmente, si tuvieran que sintetizar en una frase qué representa Harlem Festival hoy, ¿cuál sería esa definición?
Harlem Festival es un acto de fe colectiva en el poder transformador de la música, el arte y el encuentro.
Pasamos de ser un sueño local, a una marca nacional.
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