“Si la Argentina no hace los deberes ambientales, exportar será un problema”
Las exigencias de sustentabilidad cada vez más estrictas podrían ampliar las “barreras verdes” que dificultan el acceso a los mercados. Ámbito dialogó con el especialista Claudio Lutzky, quien dijo que en la Argentina “aún falta mucho por hacer”.
La “etiqueta ambiental” es una marca cada vez más preciada por productores y exportadores. Un concepto surgido en las naciones europeas a fines de los ’70, con el correr de los años el interés por obtener ese sello va en aumento, y no solo por fines ecológicos. Las exigencias de sustentabilidad cada vez más estrictas para importar productos y mercaderías, tanto sobre los procesos de producción como por las emisiones contaminantes que generan hasta su punto de destino, terminan erigiendo “barreras verdes” que dificultarán cada día más el acceso a los mercados.
Se abonará por única vez. Es para morigerar el impacto económico que genera en el sector la cuarentena obligatoria por la pandemia.
Hace solo unos días, varias cadenas británicas amenazaron a Brasil con boicotear sus productos si se aprueba una ley que provocaría mayor deforestación en la selva amazónica. ¿Es un riesgo para las empresas argentinas? Ámbito dialogó con el docente e investigador Claudio Lutzky, Director General del Posgrado de Actualización en Derecho y Políticas del Cambio Climático de la Universidad de Buenos Aires.
P: ¿La producción sustentable es un tema de decisión política o de inversiones?
Claudio Lutzky: Es un poco de las dos cosas, porque es un tema complejo que tiene sus costos y sacrificios. No es solo ordenar cambios, hay que generar consensos. Si no, hay riesgo de que pase lo de los “chalecos amarillos” en Francia. Las medidas del gobierno intentaban desincentivar el consumo de gasoil, el combustible subió de precio y eso afectó la economía de mucha gente de clase media y baja, que vio su modelo de vida dañado y originó una revuelta.
P: ¿Cómo está la Argentina en ese aspecto?
CL: Nuestro país viene bastante rezagado, incluso comparado con otros de la región como Brasil, Chile o Colombia. Aunque es cierto que Brasil con Bolsonaro está involucionando bastante. Debemos armonizar una economía amigable con el ambiente y con las urgentes necesidades, es algo que pasa en los países en desarrollo. La otra cara de la moneda de que nos falte mucho por hacer es que existen muchas oportunidades, sería bueno que las aprovecháramos.
P: ¿Podemos tener problemas con nuestras exportaciones?
CL: Si la Argentina no hace los deberes será un problema. En un plazo no demasiado largo la “etiqueta ambiental” será una de las principales barreras para el comercio internacional. De hecho, cuando se anunció el acuerdo Mercosur-Unión Europea, Francia y Holanda plantearon dudas porque los parámetros ambientales entre la producción de Sudamérica y la de Europa no eran mismos. Puede llegar a ser un tema también en nuestra región.
P: ¿Cuáles serán las exigencias básicas en un futuro cercano?
CL: Para evitar barreras paralancelarias vas a tener que demostrar que tenés un proceso productivo limpio, que manejas bien el agua, el consumo de energía, el reciclado de los residuos. Ya se viene hablando de instrumentar un impuesto a las exportaciones en función de la huella de carbono. Si no podes demostrar que tus productos están fabricados con parámetros poco contaminantes, te cobrarán un impuesto extra.
P: ¿Dentro de cuánto tiempo?
CL: Es difícil hacer una predicción porque habrá que ver el escenario que nos dejará esta crisis, pero será relativamente rápido. Por seguir con el ejemplo europeo: hace unos días la UE anunció un plan de recuperación económica de un billón de euros basado en mecanismos amigables con el ambiente y que no generen gases de efecto invernadero; parece lógico, entonces, que exigirá que lo que importe también sea “verde”. Las empresas argentinas que se den cuenta de esto sacaran ventaja en el futuro.
P: ¿En qué áreas impactará más?
CL: En todo tipo de productos, porque no se trata solo del proceso productivo. El transporte es otro elemento muy importante, y nuestro país tiene un problema con su matriz “rutera” provocada por el desmantelamiento de la red de trenes, que son mucho más “limpios” que los camiones. Otro punto controversial a nivel mundial es el transporte transoceánico, donde la Organización Marítima Internacional está discutiendo un protocolo para reducir las emisiones de los barcos mercantes. Lo mismo pasa con las aerolíneas.
P: ¿Las empresas argentinas son conscientes?
CL: Depende, hay empresas conscientes y otras no. Quienes lo tienen más claro son los productores agrícolas.
P: ¿Hacen falta más leyes sobre el tema?
CL: No sé si faltan tantas leyes, quizás habría que pasarlas en limpio, porque una costumbre nacional es que para cada problema hacemos una ley a medida y eso genera una inflación normativa con leyes que se contradicen, no sirven o son contraproducentes. Hay que elaborar una estrategia consistente e integrada en una visión general, no es un tema aislado ni todo pasa por un grupo de empresas que contaminan.
P: ¿La crisis del coronavirus puede demorar algunas políticas ambientalistas?
CL: Estamos en un momento clave para ver hacia qué lado vamos, un retroceso sería muy malo porque se acentuará el deterioro del clima y eso derivará en más eventos meteorológicos extremos, sequías, tormentas, suba del nivel del mar, inundaciones, deshielos. El caso de China es preocupante, porque venía tratando de reducir las emisiones, pero ahora pondrá mucho énfasis en la industria pesada y eso podría implicar su regreso a los combustibles fósiles. Necesitamos un empujón para profundizar una agenda más verde, porque esto pasará y allí nos daremos cuenta de que el cambio climático es un problema más profundo y estructural que el coronavirus.
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