¿Qué se pierde Argentina por no incluir a la mujer en la vida económica?

De incorporarse la mujer en áreas de liderazgo nuestro producto bruto interno crecería aproximadamente un diez por ciento
En las vísperas del Día Internacional de la Mujer en Argentina se está jugando algo más que la proclamación por los derechos del sexo femenino en nuestro país; también se trata de costos de oportunidad desde el punto de vista económico. Mientras la tasa de participación en la fuerza laboral por parte de la mujer es del 31,4%, en el caso del hombre supera el 50 por ciento. Incluso en el sector público la participación de mujeres es muy baja, a pesar de haber contado con una presidente como Cristina Fernández de Kirchner durante 8 años. De acuerdo con un informe del Instituto de Altos Estudios Sociales-Universidad de San Martín, sólo en el área de desarrollo social las mujeres llevan la delantera con un 56,5% de participación, con un 22,6% promedio de 22 dependencias públicas relevadas. Defensa y ciencia y tecnología son los extremos, con 0% de inclusión femenina.
Según un informe de International Business Report (IBR) de Grant Thornton, en el sector privado la situación no está mejor, con un promedio del 16% de participación de la mujer en puestos directivos; la media de la comunidad económica europea es del 26% y el mundial del 22 por ciento. Si tomamos como parámetro el potencial económico "infrautilizado" de Argentina, desde la perspectiva de género es muy grande. De acuerdo con un relevamiento realizado por la Universidad de Buenos Aires, seis de cada diez estudiantes son mujeres. Toda una usina emprendedora en potencia teniendo en cuenta que la mujer tiene mayor tasa de emprendedorismo respecto del hombre. Es decir, en materia económica nos estamos perdiendo de incrementar nuestro producto en forma ostensible por no incorporar a la mujer en roles ejecutivos.
El último informe de paridad para ambos sexos publicado por el World Economic Forum ubica a la Argentina en la para nada despreciable trigésima tercera posición mundial, con buenas puntaciones en salud y logro educativo, pero con bajo desempeño en oportunidad económica y acceso al poder político. Es decir, mujer saludables y con capacidad para desenvolverse en el mercado laboral pero sin oportunidad de acceso a ámbitos privados en el sector empresario y funciones de decisión estratégica y operativa en el sector público. De acuerdo con un estudio de la consultora EY, las empresas que tienen un 30% de mujeres en su directorio tienen un 15% más de rentabilidad. También el sector privado tendría mejores balances de incluir a la mujer en la gestión empresaria.
Desde la Confederación Argentina para la Mediana Empresa (CAME) mediante encuesta realizada por Focus Market, el 54% considera que las mujeres son iguales al hombre ante la ley, sin embargo el 73% sostiene que no tienen las mismas oportunidades y que existe una brecha salarial promedio del 27% en su contra en el campo laboral. En cuanto a las iniciativas de género a las cuales se debería dar prioridad para torcer el rumbo ante la desigualdad, entre las encuestadas encontramos: 31% de apoyo a la maternidad, 23% de política salarial igualitaria, 19% de representación de la mujer en alto cargos públicos o privados, 7% de políticas de ascenso, entre otros.
En nuestro país el 51% de nuestra población es femenina. De incorporarse la mujer en áreas de liderazgo nuestro producto bruto interno crecería aproximadamente un 10%, por lo cual, teniendo en cuenta la necesidad de crecimiento en Argentina, ya ni siquiera por una cuestión de igualdad sino por beneficio de la sociedad en general la inclusión de la mujer es un ganar-ganar que aún no encuentra eco ni en el sector privado ni el público.