Producir trabajo y plata con toda la basura de la ciudad
Una propuesta plantea no sólo reciclar plásticos, sino también hacer energía, algas, biofertilizantes, alimento balanceado. Todo en un ecoparque que reemplaza al “enterramiento”. Y que no deja basura.
Por Ignacio Hintermeister
“Nadie dice que el 50 % de basura es un vector para cucarachas, ratas, culebras. Un día invité a un intendente que fuéramos a un basural de noche, cuando cazan las alimañas. Prendimos reflectores y aparecieron millones, con toda la comida a disposición. Y al otro día va gente a chapotear para buscar comida; eso es indigno”.
Jorge Kaloustian es un empresario argentino que este viernes presenta en la UTN de Santa Fe la integración de una planta con la que está muy cerca de ofrecer “basura cero”, convirtiéndola en energía, fertilizantes, algas, alimento balanceado para animales.
“Y estamos incorporando el procesamiento para que esos productos no entreguen a granel, sino que a través de un parque industrial que permita que el material reciclado pueda transformarse en un balde. La basura desaparece y se transforma en industria y empleo”.
“Es el único proceso en el mundo que tiene estas características: recibimos la basura, se separa lo orgánico de lo inorgánico. Todo el mundo habla del plástico que es el malo de la película, pero significa 17 % de la basura. Y la gran mayoría -50 % o más- es el orgánico.
“Hay 12 % de papel, 5 % de pañales (que convertimos en gasoil a pesar que está embebido lo orgánico dentro de lo inorgánico), 3 % de vidrio, 2 % de metal, 0,01 % de pilas y otras cosas. Hay normas Astm e Iram que indican cómo hacer para tipificar la basura. Hay casi 200 elementos que la constituyen todos los días. Pero 50 % es orgánico”, insistió Kaloustian.
“Con estabilización mecánica biológica -explicó- separamos lo inorgánico de lo orgánico. Lo inorgánico lo separamos, por ejemplo, en un pellet de plástico para que reingrese al sistema. Lo mismo con el papel, el vidrio, los metales.
“Con la parte orgánica hacemos lo que se llama digestión anaeróbica; simulamos una panza gigante de vaca que genera gas natural y fertilizante orgánico. Con el gas hacemos andar generadores eléctricos con lo que obtenemos energía renovable (GNC/metano).
Cuando quemamos el gas para abastecer la red de energía, de los caños sale dióxido de carbono que burbujeamos adentro de un invernadero donde cultivamos algas que se comen el dióxido de carbono y no generamos gases de efecto invernadero”.
Kaloustian tiene empresas de biogás y spirulina. Se asoció con alemanes, japoneses y españoles y trae una charla a la UTN junto a “Cuidadores de la Casa Común”.Foto: Gentileza.
Spirulina
“Las algas (en piletones alimentados con fertilizantes y dióxido de carbono de la planta de energía) las transformamos las proteínas, minerales, vitaminas, al punto que tenemos suplementos dietarios que mezclamos con pastas, helados, barrita de cereal, jugos, y le agregamos un valor proteico a lo que consumimos”.
Fertilizantes
“El material digerido lo sometemos a una alta tecnología de ultrasonido, cavitación, pasteurización y lo transformamos en fertilizante orgánico no tóxico de primerísima calidad que vale 10 veces menos que uno agroquímico. Si una t vale 60 dólares nosotros lo podemos vender a 60 dólares”.
Balanceados
“Parte del material orgánico digerido ya tratado, lo ponemos en piletones a cielo abierto donde cultivamos una planta acuática que genera un alimento balanceado para animales de primerísima calidad”.
“En Santa Fe son 300 t por día de basura. Si se calcula lo que hoy se paga unos 30 dólares por t para la disposición final, en 240 meses son 64 millones de dólares. Nosotros -planteó Kaloustian- proponemos una planta de 36 millones de dólares. Ponemos el dinero y dentro de 42 meses nos pagan por mes menos de lo que hoy están pagando por enterrar la basura: 23 dólares por tonelada”.
Como es un crédito a 20 años, proponemos un segundo contrato de alianza estratégica de manera tal que la venta de fertilizantes, algas, energía reciclada, sea con participación del Estado.