“Estamos pendiendo de un hilo”
El titular de una reconocida láctea santafesina expresó la angustia que implica trabajar “a medias”. El impacto inminente de la ausencia del sector financiero y la precariedad laboral en medio de la pandemia.
Establecimiento San Ignacio elabora quesos y dulce de leche en sus plantas de Sauce Viejo y de Hipatia. Pese a ser una Pyme, desde hace años se destaca por su alto perfil exportador, el que le permitió acceder a mercados exigentes como Japón. Sin embargo, pese a poder trabajar en el marco de la pandemia, la situación dista de ser la ideal, y día a día pone en jaque la elaboración y distribución de sus alimentos.
“Como actividad excluída del aislamiento -y dado que la producción de leche no se puede frenar porque la vaca no sabe de feriados- es que seguimos trabajando”, le dice Alejandro Bertin a Campolitoral. Pero este trabajo dista bastante de la operatoria normal. Si bien no tienen problemas con el abastecimiento de la leche, sufren con respecto al resto de los insumos.
“Hay actividades que tardaron en darse cuenta que eran parte de la cadena, como los envases”, se lamenta Bertin. “Nos quedamos sin envases durante las dos primeras semanas”, y eso complicó toda la logística.
“Se acreditan los cheques pero no hay forma de cubrirlos; no podés depositar. Pero para transferir tenés que cobrar, y se acabó la venta de cheques para financiar el capital de trabajo. Tenemos muchos clientes que emiten cheques a través del sistema bancario y los bancos están cerrados”
La rueda no gira
En otro orden de cosas, donde más se sufre el parate es en el orden financiero, ya que los bancos están cerrados. “Se acreditan los cheques pero no hay forma de cubrirlos; no podés depositar. Pero para transferir tenés que cobrar, y se acabó la venta de cheques para financiar el capital de trabajo. Tenemos muchos clientes que emiten cheques a través del sistema bancario y los bancos están cerrados”, explica.
Bertin explica que la otra situación es que una parte importante de ventas se hacen por un canal de mercado institucional dirigido al catering, la gastonomía, las heladerías, los restaurantes, las alfajorerías: “todo un sector muy importante para nosotros que también está paralizado”. Bertin asegura que en EE.UU. están tirando la leche por eso. “Ellos no compran y tampoco pagan, cerraron sus empresas, mandan a su personal a su casa y tampoco atienden el teléfono. Muchas empresas no están operando”.
El industrial reconoce que estar excluidos de la cuarentena les permite seguir trabajando y los pone en un rol de suma responsabilidad de llevar alimento a la gente. “Asumimos ese rol con todas las letras porque preferimos tener un papel activo, pero las medidas no ayudan demasiado a que podamos prolongar esto mucho tiempo más. Los bancos tienen que abrir”, insiste.
En este sentido opina que los bancos no están informados sobre qué hacer, y que los decretos están saliendo recién hoy. “Venimos de una recesión prolongadísma y ahora esto se agudizó, por lo que son pocas las empresas que podrán calificar a un crédito”. Y agrega que hay un “desconocimiento mayúsculo” de la situación. “En el Gobierno sólo piensan en las empresas que no pueden trabajar, pero las que trabajamos no podemos hacer girar la rueda. Si yo no cobro no puedo comprar, ni girar, voy a trener que cerrar”.
A nivel social, opina que “es el todos contra todos; a esto ya lo vivimos y no hay un escenario claro, no se ve una luz al final del túnel, hay muchos anuncios vacíos”.
Y manifestó que en la empresa están resolviendo el día a día con un equipo de crisis. “Ahora aparecieron los e-cheqs, tenemos varios por cobrar y estamos viendo para ver cómo endosarlos”.
Sanidad en jaque
A nivel sanitario, cuenta que en la planta de Hipatia tuvieron el caso de un empleado que tuvo relación con un caso positivo de la zona, y lo mandaron a la cuarentena. Y que este fin de semana tuvieron dos empleados de Sauce Viejo que no respetaron el aislamiento y -haciendo caso omiso a la capacitación- fueron a visitar a la familia y hoy tienen síntomas. “Tuvimos otro par que estuvo en Brasil y siguen de cuarentena. Pero hemos tomado infinidad de medidas de seguridad que consideramos muy importantes. Tenemos un servicio médico en la planta y un sicólogo que nos asesoraron para llevarlas adelante”.
Finalmente, reconoce que la exportación sufre el mismo proceso que el mercado interno, con un freno a la economía mundial. “Por eso necesitamos la apertura de los bancos. La asistencia financiera para poder contar con el capital de trabajo que nos permita operar. Que paguen a 30 días los precios cuidados. La ley de góndolas prevee pago de 60 días, una locura”, critica.