El maíz aprobó el primer examen para entrar en lotes arroceros
Las dificultades que fueron acumulándose en la producción arrocera santafesina a causa del monocultivo, que en algunos casos implica 20 campañas seguidas con arroz en un mismo lote, impulsó a un grupo de técnicos a ensayar posibles rotaciones que resulten económicamente sustentables.
El primer resultado es positivo: los maíces de segunda que se probaron sobre surcos elevados -una técnica para suelos planos encharcables- arrojaron rendimientos de hasta 85 quintales y buen comportamiento sanitario. Aunque no se planteó analizar la rentabilidad, “la mitad de los híbridos son rentables hoy para usar en una rotación y competir con el cultivo de arroz”, dijo a Campolitoral el ingeniero agrónomo Jorge Ayala, responsable técnico de la AER San Javier de INTA.
La idea nació entre los miembros de la Asociación de Técnicos Arroceros de Santa Fe ante la necesidad de intercalar el arroz con otras especies frente la proliferación de malezas resistentes, la degradación del suelo y la aparición de nuevas enfermedades como el entorchamiento del arroz, conjunto de factores que fueron disminuyendo los rendimientos y aumentando los costos en detrimento de la rentabilidad. Por esta causa la superficie arrocera santafesina cayó sin pausa, a razón de 2.000/3.000 hectáreas cada año, durante las últimas 9 campañas. En el ciclo 2011/12 se habían sembrado 47.000 hectáreas y en la última fueron 27.000.
Así fue como la Asociación, con el apoyo de INTA, la delegación local del Ministerio de la Producción y la Secretaría de la Producción de la municipalidad de San Javier, puso a prueba 9 híbridos de maíz en siembra tardía en un predio experimental. El objetivo general del proyecto, para el cual alquilaron una chacra de 6 hectáreas, es determinar comportamiento, manejo y rendimientos de diferentes cultivos (también probarán con soja y algodón) en suelos con baja capacidad de drenaje, en rotaciones con arroz. Y, específicamente sobre maíz, se plantearon dos premisas: comparar rendimiento de diferentes híbridos e implementar y evaluar el sistema de siembra sobre surcos elevados.
Los 9 híbridos testeados se sembraron el 10 de febrero con un distanciamiento entre surcos de 70 centímetros y una densidad de 52.000 semillas por hectárea. Para implementar la técnica del surco elevado, muy común para hacer soja en Brasil, Ayala relató que adaptaron una sembradora que aportó uno de los técnicos del grupo. “Se le puso unas zapatas adelante donde tenía la posibilidad de generar un camellón; la idea era que genere un surco elevado de por lo menos 12 o 14 centímetros y atrás del surco y por arriba venía el tren de siembra”, precisó.
El ingeniero explicó que se recurrió al surco elevado porque en el albardón costero los suelos se caracterizan por ser planos y encharcables. “Entonces una de las grandes dificultades que tienen estos cultivos para rotar en suelos arroceros es la imposibilidad de drenarlos; con lluvias de 100/200 milímetros quedan encharcados y no se pueden desagotar”, dijo. Con esta técnica de siembra, precisó, “lo que queremos lograr es colocar la semilla 15 centímetros sobre el nivel del suelo y poder drenar (si sobra agua) o bien regar si faltan lluvias a través de esos entresurcos”. Esta campaña sirvió para drenar un exceso de agua que aportó una lluvia importante.

El planteo produjo muy buenas espigas con excelente llenado de granos. Foto: Gentileza
Aunque no se hizo una evaluación económica del planteo, porque no estaba entre los objetivos, el ingeniero de INTA afirmó: “la mitad de los híbridos son rentables hoy para usar en una rotación y competir con el arroz; y no sólo para rotar y salir del monocultivo sino también para alternar principios activos en el control de malezas”. Al tratarse de suelo Clase III o IV con problemas de drenaje, tanto la densidad como la fertilización se proyectaron en función del potencial de esos lotes. “Si sobrecargábamos con más semillas o plantas la competencia iba a ser bastante importante y no íbamos a tener la respuesta que buscábamos; así que empezamos con un planteo de baja densidad”, dijo, y lograron una mazorca de buen tamaño y cantidad de grano.
La nutrición se ajustó al potencial del lote y consistió en 90 kilos de fósforo diamónico a la siembra más 150 de urea en V6. “No tenés respuesta porque la limitante es el suelo”, dijo para explicar la razón de apuntar a “un planteo medio” con menos fertilizante de lo que demandan lotes agrícolas de la zona donde se siembra maíz. La sanidad consistió en dos aplicaciones de insecticidas y uno de fungicida.