El gran desafío: cuidar el suelo argentino
Cómo cuidarlo para que no se siga deteriorando fue uno de los ejes centrales del S20, la cumbre de científicos que se llevó a cabo en Rosario.
Ignacio Negri
Lo dijo el propio presidente hace pocos días en una de las entrevistas que dio en su gira por New York: “Afortunadamente, toco madera, los pronósticos climáticos muestran que no vamos a tener sequía ni inundaciones, por lo que la principal producción argentina, que son los granos, escalará a un nuevo récord”. Pasan los años y la producción agrícola, sumada a la timba del clima, sigue siendo nuestro caballito de batalla para generar riqueza y exportar.
Si esa explotación no se hace de manera correcta y pensando en el cuidado y preservación del ambiente, las consecuencias tienen un costo irreparable: el deterioro del suelo. Justamente este tema fue uno de los ejes centrales del S20, la cumbre de científicos que se llevó a cabo en Rosario donde especialistas de todo el mundo compartieron información y firmaron un documento para que sea presentado y respetado por los líderes del G20 que se reunirán a fin de año en nuestro país. Uno de esos compromisos está relacionado justamente al cuidado del suelo.
“El suelo es el producto de muchos años de formación. Es un ser vivo porque hay vida dentro del suelo, tiene vida y hay muchos procesos bioquímicos que hacen que la tierra sea más o menos fértil. El suelo de la región pampeana, que es la nuestra, es uno de los más favorables a nivel mundial, pero estas son excepciones a nivel global, son cada vez menos los suelos fértiles y como contrapartida, hay cada vez más superficies en el mundo que tienen problemas de fertilidad”, explica , el investigador del Inta, Fernando Salvagiotti.
De esta manera, el debate por el cuidado del suelo está en la agenda mundial por más que nosotros no nos demos cuenta y quedemos como siempre atados a la coyuntura inmediata. Mientras más interviene el hombre, más se degrada el sistema original. “Ahora estamos en presencia de diversos procesos de degradación de los suelos. Lo más visual es ver un proceso de erosión, pero hay baja en nutrientes y materia orgánica. Hay medidas que hacemos desde la agronomía, estas medidas de intervención que hasta ahora solo se contemplaban desde el punto de vista productivo, ahora empiezan a considerarse teniendo en cuenta el impacto en el ambiente, evitando contaminaciones”, sostiene quien es también ingeniero agrónomo recibido en la Universidad Nacional de Córdoba y Master Science en Producción Vegetal.
Si bien el equilibrio original al cual hace referencia Salvagiotti nunca más se va a recuperar, “lo que podemos hacer es llevar a cabo prácticas que impacten menos, como por ejemplo una agricultura sin remoción y quedando la mayor parte de los residuos arriba, una siembra directa correcta y no de cualquier forma”. Para el investigador del Inta, la famosa siembra directa con monocultivo de soja es “mala para el ambiente” por una razón simple: los monocultivos de soja favorecen a una sola especie en todo el año, es un cultivo que no aporta, entonces “si no la acompañamos con una rotación de cultivos que incorporen al maíz, sorgo y otros, se trasforma en un cultivo no sustentable”, destacó.
Los agrosistemas
Según Salvagiotti, los agrosistemas pueden alterar el equilibrio del ecosistema. “Nosotros tenemos el desafío de compensar esos desequilibrios. Una recomendación del Inta es hacer una fertilización balanceada, porque cuando hacemos agricultura o ganadería, hacemos una extracción completa de nutrientes y no los reponemos. Hace 20 años teníamos fósforo alto en la tierra y ahora está bajando, por eso hay que compensarlo. Debemos tener un mayor control de maleza sin uso de herbicida y con cultivos más voluminosos”, recomendó.
Uno de los factores más perjudiciales para el cuidado del suelo es la deforestación. Algo que se viene dando en mayor medida en Latinoamérica, y específicamente en nuestro país, en provincias como Tucumán y Santiago del Estero. “Los árboles generan un equilibrio natural porque hacen un reciclado de nutrientes constante. Al quitarlos, sacamos del suelo esa bomba que remueve nutrientes y dejamos el suelo al desnudo y desprotegido”, comenta Salvagiotti y agrega de manera gráfica: “Uno siempre tiene que tratar de buscar que el suelo esté lo más cubierto posible, y eso lo generan los árboles y las hojas que caen de ellos. La deforestación tiene impacto rápido, genera problemas de inundaciones y pérdida de fertilidad de los suelos”.
Por último, el investigador afirmó que la toma de conciencia debe estar acompañada por políticas de Estado. “Hay leyes que son incompletas y exigen nuevos desafíos. Si no cambiamos, el desenlace final será tener terrenos poco fértiles, paisajes afectados por la desforestación y se afectarán las comunidades porque esto genera un efecto en cadena que terminará afectando a las personas”.