Biodigestor: qué tener en cuenta a la hora de invertir en uno

En sistemas productivos de animales, los efluentes generados son un problema para el ambiente, que requiere un manejo adecuado de los mismos. La experiencia de un establecimiento en Chañar Ladeado, en el sur provincial.bookTwitterLinkedInCorreoWhatsApp
Chañar Ladeado está ubicada en el departamento Caseros, y es considerada la capital provincial de la producción porcina, con una gran cantidad de establecimientos de cría intensiva.
Por esta razón, hace poco menos de dos años, luego de un relevamiento realizado en establecimientos de la localidad por Fernando Porfiri para su tesis de Maestría en Energía para el Desarrollo Sostenible de la Universidad Nacional de Rosario, se concluyó que la mayoría de los productores no hacía un manejo sustentable de los desechos. A partir de esta realidad se encaró un proyecto con la comuna para la instalación de biodigestores que proveerían de biogás a toda la población, que no cuenta con red de gas natural.
Lamentablemente, el proyecto no superó la fase de la licitación, ya que el presupuesto de los oferentes superaba ampliamente los recursos económicos que la provincia le había otorgado a la comuna para el proyecto.
Sin embargo, uno de los productores porcinos relevados en la investigación previa decidió seguir adelante por su cuenta e instalar un biodigestor para generar energía eléctrica en su establecimiento.
“El papá del productor ya había tenido una experiencia con algo más chico, más autodidacta en el mismo campo. El ya venía con una idea y la experiencia de la investigación le ayudó a fortalecerla y moverse para concretarla”, contó Ignacio Huerga, Ingeniero Ambiental de INTA Venado Tuerto y co-director de la tesis de Porfiri, que ahora asesora al productor.
“El proceso de instalación está en obra. Ya se hicieron las excavaciones e impermeabilizaciones ahora estamos con el tema de bombas y de conseguir un generador. El proceso está más o menos a la mitad”.
El objetivo es generar energía eléctrica para el mismo establecimiento, que es de tamaño mediano (uno de los más grandes de la zona) y cuenta con aproximadamente 400 madres.
“Lo bueno de esta experiencia es que, si bien yo soy del INTA y lo ayudo en la parte técnica, el productor también contrató a uno de los consultores que salió de un programa de la provincia de capacitación de técnicos para biodigestores. Ahí también hubo una pata importante de la gestión pública. Hubo una interacción publico privada”, resaltó Huerga.
Pros y contras
En lo que hace a la complejidad del proyecto, el asesor explicó que hay pocas empresas u oferentes que ofrezcan el biodigestor “ya en mano”.
“Contratar a alguien que te haga un biodigestor, eso no existe en Argentina, a menos que sea una obra muy grande. Tenés que ir buscando quién te impermeabiliza la laguna, quien te instala el generador, quien te purifica el biogás, ir buscando las distintas patas para terminar el biodigestor”.
“Yo diría que es complejo, no es para cualquiera. Creo que lo mejor es ver la experiencia del otro. Gabriel (el productor) lo tiene bastante aceitado a eso. Para armar este diseño hizo visitas a otros establecimientos, no de cerdos, pero que trataban los efluentes con un biodigestor de manera similar. Es importante conocer antes de mandarse a hacer algo, conocer la experiencia de otros. Te sacas bastantes dudas y podés planificar la obra”, aconsejó Huerga.
En cuanto a los beneficios económicos, Huerga comentó que teniendo en cuenta el sistema integrado del establecimiento que no tiene solamente la producción de cerdos sino producción de granos, la molienda del maíz para los cerdos cuesta mucha energía. “Paga mucho de electricidad. Entonces sacamos la cuenta que en 2 años más o menos recuperaría la inversión. Es beneficioso porque recupera la inversión y paga lo mínimo de luz y tiene la posibilidad de en un futuro de venderle luz al Estado”.
Por otro lado, están las ventajas ambientales. “Hay beneficios de saneamiento: se generan efluentes que si no lo tratas contaminan la napa, o el arroyo. Podes evitar emisiones de gases de efecto invernadero, porque un efluente orgánico dispuesto en una laguna abierta o en una zanja genera metano y dióxido de carbono. Y por otro lado generas una energía alternativa, son 3 beneficios ambientales, resumió el asesor.
Desde el punto de vista económico ambiental, señaló, “se podría decir que el único beneficio es la energía, porque por no contaminar no te paga nadie, pero por la energía sí. No obstante, el evitar la contaminación es un beneficio, porque lo que saldría remediarla después sería carísimo”.
Por último, el ingeniero comentó que otros productores lo han contactado interesados de implementar un sistema similar en sus establecimientos. La gran dificultad, remarcó, es la dificultad del productor para invertir en todas las distintas “fases” necesarias para completar la obra.
“Si no tiene el acompañamiento de alguien que le diseñe y haga el seguimiento de la obra se le hace muy difícil. De todas maneras, creo que ver un proyecto terminado como este, va a llamar más la atención y el interés por parte de otros establecimientos”.