Agonía cañera: el oscuro panorama del azúcar en el norte santafesino
No hay razones objetivas para creer que la actividad tiene chances de persistir: el ingenio no arranca y los productores no tienen interés en continuar. Desesperación en los obreros que ven extinguirse una de las pocas fuentes laborales en Las Toscas.
Los números de la cuenca cañera santafesina no cierran por ningún lado. Hace mucho. Y hoy menos que nunca. La debacle podría expresarse de varias maneras: de 800 productores apenas quedan 16; de dos ingenios queda uno que no está operativo; o el sueño de las 10.000 hectáreas del gobierno provincial hace 12 años -entonces había 8.300- se da de bruces con las 800/1.000 que hoy subsisten sin saber muy bien para qué.
La crónica de esta muerte anunciada se está haciendo demasiado larga y no hay peor situación para las 700 familias de la cuenca que dependen de esta actividad -entre productores, braceros y obreros de la industria- que seguir alimentando una falsa ilusión en lugar de “cerrar el cajón” (la frase es de un experto cañero) y empezar el duelo cuanto antes para concentrarse de inmediato en otra actividad que les permita sobrevivir.
Ahora Las Toscas volvió a ser noticia por una nueva protesta de los obreros del ingenio, que observan cómo el año se va y con él las chances de hacer zafra. En agosto habían cortado la ruta 11 con la misma preocupación, luego de que una delegación de funcionarios, empresarios y productores se entrevistaran con la ministra de la producción Alicia Ciciliani para solicitarle que autorice un remanente de dinero para financiar la siembra de caña con la extraña promesa de montar una planta de balanceado a base de melaza que garantizaría la demanda de materia prima. La funcionaria dio el visto bueno, pero -al día de hoy- sólo dos productores hicieron los trámites y calificaron para tomar esos préstamos con los que implantarían un total aproximado de 40 hectáreas. De la planta de balanceado no se supo más nada.
La estadística indica que para esta fecha la molienda debiera estar llegando a su fin. Pero aún no comenzó. Y es por todos sabido que a medida que la temperatura sube los rindes azucareros bajan, por eso la época natural del comienzo de zafra es en el pleno invierno. Este año, además, las “socas” no sólo son viejas sino que han sufrido un período de sequía y altas temperaturas en las últimas semanas que les causó un considerable deterioro.
El año pasado hubo una demora similar: el empresario Raul Del Fabro, a quien la justicia le dio el control del ingenio en el marco del proceso de quiebra, no mostró pericia ni interés en poner a punto en tiempo y forma la planta y, de manera precaria, apenas la hizo funcionar 17 días en noviembre. Ahora, según los obreros, apuntaría a moler durante 5 días. Una ridiculez sin pies ni cabeza. Por un lado, los trabajadores perderían plata, porque cobrarían menos que los dos meses que dejarían de cobrar Asignación Universal por Hijo (como les ocurrió el año pasado). Por otro, en ese tiempo apenas podrían molerse 4.000 de las 20.000 toneladas de caña existentes; o dicho de otro modo: se procesarían sólo 200 de las 1.000 hectáreas disponibles (en realidad 200 ya fueron quemadas para poder limpiar lotes para destinarlos a otra actividad como podría ser el algodón).
En la cuenca cañera sospechan que esta zafra forzada podría ser una estrategia de Del Fabro para simular actividad ante las autoridades judiciales que le dieron el usufructo del ingenio y no quedar excluido de la posibilidad de quedarse formalmente con la titularidad de la planta. También recuerdan que es el mismo empresario que luego de adquirir el otro ingenio (Arno en Villa Ocampo) en lugar de hacerlo funcionar lo desguazó.
Luego de tres reuniones “sin solución” con el Ministerio de Trabajo y de que “el intendente (Leandro Chamorro) no resolviera nada”, los obreros apuntan ahora a lograr alguna ayuda en la Cámara de Diputado provincial. Una comitiva de la Comisión de Asuntos Laborales pasó por Las Toscas y dijo que se contactaría con la jueza de la quiebra “para tratar de averiguar la situación legal” del ingenio. Entre los trabajadores aspiran a que la gestión de los legisladores sirva para desplazar a Del Fabro y allane el camino para encontrar otro dueño que en 2020 sí pueda poner a funcionar la estructura.
Pero la suerte parece estar echada. Así como algunos decidieron quemar su cultivo ante el apuro de limpiar los lotes, otros sólo abrigarían la esperanza de una zafra para que el frente de cosecha les limpie el campo y nunca más volver a la caña. Así terminaría definitivamente la historia centenaria de un cultivo y una industria que supieron llevar desarrollo al norte santafesino.