La soja se agranda ante la crisis

La oleaginosa vuelve a recuperar área frente a la inestabilidad del país y un contexto de precios externos en baja. El maíz sale perjudicado.
La soja sigue siendo el “resguardo de valor” para el productor argentino y en épocas de crisis, la garantía de rentabilidad segura. El cultivo que en los últimos años fue cediendo área frente a maíz y trigo _que aportaron un plus a la sustentabilidad tanto productiva como del negocio vía rotaciones_ vuelve a tomar protagonismo en el ciclo 2019/20, con un crecimiento del área del 1,6%, una superficie de 17,65 millones de hectáreas que dotarían al país de una cosecha de 50 millones de toneladas. El retorno al viejo amor, que aportó crecientes niveles de ingresos tanto privados como públicos en la última década, es la consecuencia de la “fuerte incertidumbre interna” y en los “cambios en los precios internacionales”, detallaron los especialistas de la Bolsa de Comercio de Rosario.
El jefe de estimaciones de la Guía Estratégica para el Agro (GEA), Cristian Russo, eligió la palabra “incertidumbre” para definir el escenario del nuevo ciclo agrícola en el país, que a priori, arranca con un recorte del área de maíz de 250 mil hectáreas, lo que redundará en una baja de la producción por debajo de las 50 millones de toneladas y una menor inversión en tecnología, especialmente en fertilización aplicada a este cultivo que venía ganando posiciones junto al trigo en los últimos años y disputándole terreno a la soja. “Este año volvemos a tener una campaña donde va a haber más soja”, dijo y atribuyó el cambio de tendencia a la restricción financiera.
Esta nueva apuesta por la oleaginosa será en desmedro del maíz, ya que estiman un recorte del área de 250 mil hectáreas que pasarán de uno a otro cultivo. “Proyectábamos en base a los datos estadísticos, 51 millones de toneladas. Pero ahora eso estará por debajo de las 50 millones de toneladas debido a que se va a sembrar un poco menos por toda la incertidumbre que está dando vuelta, tanto interna y de los mercados externos”, agregó Russo.
“La relación que hubo entre soja, trigo y maíz en últimos diez años fue variando. En 2005 estuvimos en el máximo de soja y en el menor nivel de los cereales. En los últimos cuatro años esto empezó a cambiar y cada año contamos que se siembra más trigo y más maíz. Sobre todo en el área núcleo”, agregó Russo.
El referente de la Asociación de la Cadena de la Soja (Acsoja), Rodolfo Rossi, planteó en el marco del congreso Mercosoja que en un escenario internacional complicado, con precios promedios bajos y la tensión generada por el conflicto comercial entre China y Estados Unidos, “el productor toma las decisiones teniendo en cuenta la forma de conservar su capital”.
En ese marco, planteó que “si tiene soja o maíz con precios en dólares, puede conservar ese capital, o pagar deudas o tomar planes canje para ver qué sucede en los próximos meses”.
En ese marco, coincidió con el analista Gustavo López de Agritrend, para quien “el productor sigue con el concepto de que la soja es resguardo de valor, y es lógico que así lo sea por las variaciones del tipo de cambio, las retenciones y la incertidumbre sobre el cambio de gobierno”.
Uno de los últimos reportes sobre intención de siembra de GEA señaló que en esta nueva campaña de granos gruesos “se cambiará el maíz por planteos de soja con menos tecnología, en busca de minimizar el riesgo financiero”.
De hecho, la campaña gruesa que arranca “abre grandes interrogantes”, tanto en términos climáticos como económicos. López detalló: “Habíamos comenzado el ciclo con previsiones de niveles de precipitaciones homogéneos, pero ahora no parece ser tan así”.
Detalló que en zonas del sur y sudoeste de Santa Fe, NO de Buenos Aires, La Pampa y algunas áreas de Córdoba, todavía siguen “esperando agua que puede atrasar un poco o poner en duda si el ciclo será tan extraordinario como el otro”.
Durante la semana pasada llegaron las primeras lluvias de septiembre y según el reporte de GEA, Santa Fe fue la provincia que recibió los mayores acumulados y Córdoba la que menos obtuvo. En la región núcleo productiva, entre el 8 y 12 de septiembre las precipitaciones promedio fueron de 15 milímetros y la marca semanal más alta se registró en la localidad de Irigoyen con 45 milímetros.
Según López, este arranque más accidentado jugará en contra del maíz en función del recorte de los márgenes brutos. “A mediados de agosto en seis zonas analizadas los mejores márgenes eran para el maíz en un marco de precio a cosecha de los 150 dólares. Ahora, eso cambió hacia una rotación trigo-soja”, dijo el especialista de Agritrend y esto hace prever que “se podría dar algún tipo de ajuste en materia de expectativas iniciales que marcaban un crecimiento para el maíz del orden del 6%”, dijo.
De ese modo, “esto nos hace pensar que puede haber un ajuste importante en materia de área y producción”, del cereal grueso, que beneficiaría a la soja, agregó.
Para Russo, cualquier área que pierda el maíz “la gana la soja”, debido a que “en este contexto de incertidumbre la oleaginosa siempre es un poco el resguardo de valor”. Justamente recalcó que se trata de “un cultivo que requiere una inversión menor, se necesita menos plata para hacerla y cuando aparece más riesgo financiero y se dan vueltas los precios internacionales, ahí reaparece”, agregó Russo.
Frente a la crisis, no hay sustentabilidad que aguante. Y los números mandan. “Veníamos de rotaciones con gramíneas, algo favorable para el suelo, que se sostenía en los últimos períodos. Pero este año, volvemos a tener una campaña donde va a haber más soja”, agregó Russo.
El especialista en Ciencias Atmosféricas de GEA, José Luis Aiello, alertó sobre los límites climáticos, que podrían incidir aún más en un recorte del maís. “Las temperaturas más cálidas irrumpen por pocos días pero no logran tomar el control de septiembre. Algunas lluvias y tormentas aisladas han dejado acumulados moderados sobre parte de Córdoba, Santa Fe y norte de Buenos Aires”, dijo.
También apuntó que “en Entre Ríos y el Litoral, las lluvias sí mantienen una buena provisión de agua”.
Aiello explicó que “no se prevé un cambio significativo de la dinámica atmosférica en las próximas dos semanas y el cambio estacional no se dará en forma contundente”, de modo que es clave seguir los flujos de humedad del Atlántico que podrían colaborar en que lleguen las lluvias a fin de septiembre.
Por eso, a su juicio, “para el desarrollo de la campaña gruesa no es el mejor escenario”, aunque “tampoco es el peor”, dijo y aseguró que se viene un ciclo “sin Niño, pero tampoco con Niña” razón por la cual “Argentina podría tener un aliado en los pronósticos del océano Atlántico y si se afirma la tendencia de calentamiento, esta puede ser una fuente de humedad adicional para el país”.
El regreso
Este contexto de estrechez financiera que favorece a la soja vuelve a posicionarla luego de varias campañas en retroceso. “Siempre la nombrábamos como la reina porque hasta hace cinco años era omnipresente. Cualquiera que salía al campo, en la región central, veía un lote de trigo o de maíz por cada nueve de soja”, relató Russo y planteó que “eso fue cambiando muchísimo este año, donde volvemos a ver que hay un reacomodamiento y vuelve a ganar importancia la soja”.
Para el especialista de GEA “después de varios años, vuelve la soja a empezar a ganar hectáreas”.
Eso implica un reacomodamiento de la campaña, especialmente del maíz. “La buena noticia para este cultivo es que el ciclo que terminó estuvo marcada por récords”, dijo Russo y planteó que el cereal no solo superó la barrera de los 50 millones de toneladas, “que era algo impensable cuando empezamos el año porque veníamos de un año de sequía histórica, sino también porque hubo rendimientos récords en todo el país”, agregó.
En números absolutos, la campaña que recién termina dejó un millón de toneladas más, con una producción total de 51,5 millones de toneladas, fundamentalmente por mayor superficie sembrada.
De todos modos, la mala noticia es que la nueva campaña no encuentra al maíz en la misma situación. Si bien Russo señaló que este año se va a sembrar más maíz que el año pasado, este será menor a lo proyectado. “Estábamos pensando en una expansión del 7% y ahora lo limitamos a un 3%”, agregó.
Con ese escenario, la proyección final de producción estará por abajo de las 50 millones de toneladas.
“Hubo un punto de giro en la cual la carrera expansiva del maíz se ha detenido y empieza a desandarse el camino”, precisó el informe de GEA.
En este aspecto, detalla que los cambios de planes no afectan a los lotes de siembras tempranas, sino a los de siembra tardía, las que se realizan a partir de diciembre. “Las provincias del norte, oeste y sur del territorio productivo de Argentina, conforman el área que manifiestan el cambio de planes”, indicó GEA.
“Este es un primer ajuste que puede profundizarse, porque gran parte de las decisiones de las siembras tardías están en suspenso”, agregó Russo y agregó que “se cambiará el maíz por planteos de soja con menos tecnología, en busca de minimizar riesgo financiero”.
“Con 7,25 millones de hectáreas que se sembrarían, 6,2 millones de hectáreas de cosecha para el circuito comercial, se espera una producción que rondaría los 50 millones de toneladas, cuando hace un mes se esperaba una producción que largamente podía superar los 51 millones”, detalló GEA.
Más modesta
En términos generales la campaña viene más modesta. Al respecto, Russo señaló que en estos últimos tres o cuatro años se fue ganando en aplicación de tecnología, mayores niveles de fertilización y planteos con gramíneas o rotaciones de trigo y maíz. “Ahora vemos que ante la incertidumbre se ve que algunas dosis de fertilización empiezan a ajustarse y van a bajar”, dijo.
Aunque no se trata de un “volantazo”, según dijo, sí se observa que, por ejemplo, se va a utilizar un poco menos de nitrógeno, sobre todo en maíz donde este fertilizante es muy importante. “Ante la incertidumbre, y en cultivos donde se demanda más dinero, se baja el nivel de inversión”, agregó.
El último informe de la consultora Zorraquín Meneses de fines de agosto, alerta sobre el impacto que tuvo la devaluación en la matriz de costos en aquellos cultivos que poseen un porcentaje alto de insumos importados.
“Verán aumentados comparativamente sus costos respecto a los costos pesificados (fletes, labores, mano de obra, luz, gas, naftas, etc.)”, detalló el informe y señaló que “cada empresa posee una combinación y una proporción de actividades distinta”, con distintos niveles de impacto.
Pero de la mano del incremento del dólar también se retrajo el financiamiento para las empresas. “Las compañías de insumos frenaron algo sus planes de financiación, están recalculando”, dijo el estudio de la consultora. “Se va a solucionar porque los productores necesitan comprar y los insumeros vender, pero se están renegociando los términos de los nuevos negocios”, agregó y apuntó que “a nivel de bancos las líneas crediticias siguen abiertas, con tasas altas (más de 70% en pesos y más de 7% anual en dólares) pero quizás aparezcan algunas oportunidades en bancos oficiales”.
Trigo: no está dicha la última palabra
La campaña de trigo también sentirá en este ciclo los vaivenes climáticos que aún no permiten augurar si el cereal será el que permitirá pagar las cuentas en el verano. El retraso de las lluvias en agosto, las pocas precipitaciones de este mes y las heladas de los últimos días “se ensañaron” con los lotes de zonas bajas, detalló el último relevamiento de GEA.
De todos modos, advirtió que los pronósticos no son determinantes, ya que las últimas lluvias que llegaron al área central lo hicieron en el momento adecuado para aliviar al cultivo. “El 58% de los cuadros está encañando, el 40% en macollaje. Ya hay un 2% más adelantado que está comenzando a desplegar la hoja bandera”, detalló el relevamiento y al mismo tiempo permitió la incorporación de fertilizantes, que no podían incorporarse sin agua.
“Tuvimos un buen otoño, llovió bien en el oeste y eso fue un plus para el cultivo. Pero estamos esperando. En septiembre están las recargas, las famosas lluvias que a partir de la primavera empiezan a recargar suelos para el verano. Pero vemos que este frío está retrasando este cambio estacional y las lluvias. Y por eso, las últimas precipitaciones dan un buen indicio de que el calor que estamos esperando empezaría a llegar. Pero en todo esto estamos preguntándonos si esta falta de agua que hubo y el frío, podría impactar en el trigo”, dijo Russo.
Por esa razón, “el trigo todavía tiene tiempo para recuperarse”, alertó y se analiza aún si será viable o no llegar a cumplir la previsión de los 21,5 millones de toneladas proyectados para el cereal.
Por regiones
El mapa muestra una gran variabilidad. La provincia de Buenos Aires es la zona más afectada y le siguen el sur cordobés y el noreste de La Pampa. Allí están perdiéndose macollos y los trigos están muy sufridos, más aún con las últimas heladas”, detalló el informe de GEA.
Antes de las últimas lluvias, el sur de Santa Fe y buena parte de Córdoba estaban en una situación parecida pero con los cultivos más avanzados, mientras que en noreste de Entre Ríos las precipitaciones superaron incluso los 70 milímetros.
Frente a este panorama, “las enfermedades aparecieron pero se mantienen en niveles moderados”, dijo el informe de GEA que viene testeando semanalmente el estado de los cultivos.
“No son una preocupación en este momento, pero puede haber un gran desarrollo si se impone un régimen térmico más propio del mes”, agregó.
Si bien los guarismos de superficie del trigo 2019/2020 seguirán revisándose mensualmente, el último informe estima un área total de 6,87 millones de hectáreas. Este guarismo es un 6,4% superior a los 6,46 millones de hectáreas cultivadas en la campaña anterior.